Pepe Fernández
Periodista
El secretario general del PP andaluz, Antonio Sanz, se sumó ayer ante los micrófonos de El Ruedo andaluz de Onda Cero Andalucía, al coro de voces que aventuran desde hace tiempo que Pepe Griñán “no será el candidato del PSOE en 2012”.
Como puede apreciarse el primer partido de la oposición ha hecho suya la leyenda urbana socialista sobre la dalia que cuidaba Sevilla en el Parque de los Montpansié. Ya saben, la dalia es una flor bella, vistosa, pero flor de un día, o sea breve.
La reciente y discreta cumbre navideña del presidente andaluz con Chaves y Rubalcaba de por medio, su publicidad posterior controlada, de nuevo Luis Pizarro sin corbata, han ayudado a ampliar la leyenda o, al menos, a certificar que algo serio está pasando en el seno del partido que gobierna los destinos de Andalucía desde hace treinta y tantos años. Por otra parte en un escenario social y económico de alto voltaje político.
En Andalucía radican como siempre claves decisivas del futuro del Estado. La menos conocida es que la Junta nombra más cargos de confianza que la administración central de Madrid (Antonio Sanz ya ha hecho las cuentas).
Las municipales no son solo en Andalucía y muchos temen que el PP sea capaz de convertir la cita electoral de mayo en un plebiscito en favor del adelanto electoral, castigando con dureza a Zapatero y a sus alcaldes en las urnas. Una debacle que obligaría sin duda al adelanto en otoño para salvar -¿con Rubalcaba?- por lo menos los muebles y volcarse luego en el gran feudo andaluz y al que las encuesta casi se lo ponen en bandeja a Javier Arenas y al PP. La gran duda de algunos en el PSOE es si Griñán será el candidato capaz de retener el poder en otro incierto escenario de marzo de 2012 frente a Javier Arenas, que esta vez no volverá a cometer el error de irse a Madrid si ganase Rajoy en otoño.
Es de suponer que, además de abordar estrategias futuras electorales y de gobierno -con Ecija inundada por quinta vez en un mes- sobre la mesa de esta cumbre socialista entre polvorones, mazapanes y turrones se hayan puesto las disensiones internas de los meses pasados y cierto orden ante el incierto futuro. Tensiones nacidas de dos momentos concretos, a saber: el primero, cuando Griñán rompió el guión preestablecido queriendo ser, además de presidente, secretario general del PSOE-A. Y el segundo momento abrasivo fue cuando inesperadamente va y le dimite su mano derecha en el partido, Rafael Velasco, a cuenta de unas subvenciones de la Junta. ¡ Ay la dichosa consejería de Empleo!
En ambas ocasiones el presidente tuvo que vérselas con su amigo y antecesor en el cargo Manuel Chaves. Incluso se retiraron el saludo. Sencillamente porque lo que no supo o no quiso saber Griñan al aceptar ser su sucesor es que se cambiaba solo al barítono de la obra, ni el libreto ni tan siquiera los decorados o la música iban a modificarse según la estrategia preestablecida en aquella Semana de Pasión plagada de bajas pasiones.
Por eso le echan en cara que el forzar un congreso extraordinario fue un error y los más acerados detractores se atreven a escupirle en privado que aquel congreso de marzo fue un gesto de desconfianza personal y política de Griñán hacia su supuesto amigo Manolo Chaves.
Aquel cónclave supuso de facto quitarle el poder real a quienes junto a Chaves habían hecho posible el milagro de, al menos, dos décadas de permanencia del PSOE-A en el gobierno de la Junta. Y desde ese momento, más de uno empezó a pergeñar la factura que debería pagar Griñán en mayo de 2011: él se ha cargado al partido, él tendrá que apechugar en Andalucía con la derrota de las municipales.
Desde luego, cree el entorno presidencial, un arma de doble filo lo de intentar hacer parecer más responsable a quien no lleva ni doce meses al frente del socialismo andaluz, frente a quien lo ha dirigido durante veinte años.
Superado el congreso, Griñán fue implacable contra quienes conspiraban contra él desde los reservados de muchos tenedores, subvenciones a los amigos y con buenos caldos. Quizás en ese tenso y duro trámite de corte de cabezas, el nuevo líder no se percató de que estaba tocando fibras muy sensibles, en el argot partidista “estaba jugando con las cosas de comer”.
En un contexto de tensión entre clanes, tras el verano, una rara e inexplicada dimisión se convierte, a la postre, en un mini congreso en pleno magma central del volcán socialista. Cae Velasco de forma fulminante y queda vacante el puente de mando del aparato del partido en San Vicente, la gran sala de máquinas que todo lo controla. Sacan a escena para ocuparlo a un viejo enemigo declarado de Griñan, Paco Vallejo, y todos los hilos conducen al patrocinio de Chaves, según atribuyen a su hombre de confianza Gaspar Zarrías. (No conviene olvidar que el curriculum político del ex alcalde de La Carolina, es uno de los más completos y políticamente presentables del legendario delfinario socialista andaluz).
La situación de salda con el primer plante serio de Griñan ante Madrid y como consecuencia de ese choque de trenes, el secretario general andaluz tuvo que aceptar ralentizar sus ímpetus de cambios que afectasen a la gente del partido. A quienes forman parte fundamental de las estructuras celulares del poder y que, según los más aparatistas, hacen posible que se hayan ganado sucesivamente las elecciones en Andalucía. Pero parece que hubo más, como como ejemplo amortizar la vicesecretaría general, cortándole definitivamente el paso a Vallejo ( a Zarrías) y, además, dando más oxigeno a Luis Pizarro, aunque en este caso manteniendo siempre a mano la llave de paso. No por el propio Pizarro, sino por quienes se consideran pizarristas, que son bastantes desde Cadiz a Almería.
En plena Navidad se conocieron detalles sobre el mini congreso volcánico tras la caida de Velasco, aderezado con supuestas intrigas del un eterno intrigante como Gaspar Zarrías. A juicio del griñanismo al Secretario de Estado hay que atribuirle el haber puesto en circulación, entre periodistas amigos de Andalucía, que Pepe no será el candidato socialista de 2012. En esos días previos a la Nochebuena el presidente presumía de haber hecho las paces con todos en el partido, “menos con uno”, El Gran Gaspi. Aparentemente, Zarrías, número cuatro del partido a nivel federal, había caído en desgracia mientras le contaba a los amigos que aunque es de Jaén, aquella tarde, cuando lo de Manolete, no estuvo en Linares.
Y después, como colofón al peor año sufrido por el PSOE desde que gobierna Andalucía, la cumbre con Rubalcaba que seguramente asistió como algo más que diputado a Cortes por Cádiz. Se han sentado las bases, dicen, y a partir de ahora todos van a remar en la misma dirección o el barco se hundirá antes.
Constatar finalmente que ayer el número dos del PP hiciese pública su sospecha de que Griñán no va a ser el adversario de Javier Arenas en 2012, viene a dar la razón a Griñán cuando denunció maniobras internas para desestabilizar su figura y su autoridad.
Por lo que se intuye en extendidos ámbitos socialistas la leyenda ha dejado de ser urbana para convertirse en el peor misil que se le puede lanzar al actual jefe del socialismo andaluz para debilitarle y marchitarle...como a una dalia en el Palacio de los Montpansié, restaurado por cierto sin mármoles de Macael.
http://pepefernandez.blogspot.com/
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