Verdad y ficción

Kayros

Periodista

Francisco Rico, miembro de la Real Academia Española y gran teórico de la Literatura la ha armado esta pasada semana utilizando licencias ajenas al periodismo para catapultar su tesis contra la ley del tabaco. Su aportación más radical ha sido ésta: “En mi vida he fumado un solo cigarrillo”, lo cual ha escandalizado a bastantes de quienes le conocemos como fumador incansable. Un lector recordó la entrevista de Carmentxu Marín en el sentido de que el académico fumaba como una chimenea. Perplejos ante la evidente manipulación de la verdad nos preguntamos periodistas y lectores si es lícito mentir como se hace en la obra literaria para obtener resultados más altos.

Y no. Literatura y periodismo, aunque utilicen técnicas parecidas, no son la misma cosa. Un narrador puede inventar un personaje. Puede hacerle decir afirmaciones que no se corresponden con la realidad; puede incluso desmarcarse del autor que le hace vivir en el corazón de los hombres, pero nunca le está permitido ir al periódico como noticia no literaria. Francisco Rico, al verse sorprendido por los lectores, defiende que el “yo escritor” no tiene por qué coincidir con el “yo biográfico” pero es que aquí no estamos dentro de un personaje de novela sino dentro de un género que parte de la noticia como elemento esencial de la información, por tanto está vedado confundir al lector. Si en vez de noticias verdaderas, o por lo menos contrastadas, le diéramos al mundo las Aventuras de Alicia en el país de las maravillas, no digo que no sería bonito, pero estaríamos engañando mortalmente a la concurrencia. Y si tan difícil es llegar a la verdad con los distintos diarios, digame usted que ocurriría se nos proponemos mentirle al lector aunque sea muy elegantemente. Yo he venido defendiendo hace años la separación de ambos géneros.

Miles de escritores provenientes de la poesía y de la narrativa han acudido al periódico como medio expresión y acaso también de fama rápida, pero lo que aparece en el periódico es algo más trivial y urgente. Por mucho prestigio que pueda alcanzar un escritor de novelas hay que algo que nunca puede saltar porque constituye un principio esencial y es no faltar conscientemente a la verdad, o como ha dicho la defensora del lector de un periódico, “ hacerse pasar por lo que no es”.
(lavozdealmeria.com)