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La Opinión de Almería comparte con este grupo de diarios de Andalucía este artículo dedicado al 28 de febrero.
Un día como hoy, hace treinta y un años, los andaluces escribieron una nueva página en su historia. Las ansias de libertad, de autonomía y de posicionamiento en España y en Europa hicieron que dos millones y medio de personas votaran a favor de la ratificación de la iniciativa autonómica en el referéndum del 28 de febrero de 1980.
Desde Andalucía se dio un ejemplo extraordinario de unidad a la hora de expresar una voluntad inequívoca por la autonomía plena. Era una época en la que había, en lo social, una alta tasa de natalidad, un porcentaje desmesurado de analfabetización y una esperanza de vida que nada tiene que ver con la actual. Las infraestructuras brillaban por su ausencia, con carencias importantes en carreteras y, sobre todo, en transporte público.
En lo referente a los ámbitos productivos y económicos, había una fuerte dependencia de la agricultura, un escaso peso del sector terciario y muchas potencialidades industriales y turísticas sin explotar. El acceso a la cultura o a la educación era una asignatura pendiente para la mayoría. El desarrollo económico, social y cultural de la comunidad despertó gracias al Estatuto de Autonomía. El texto favoreció la convivencia armónica, el progreso y la recuperación de la autoestima de un pueblo que consiguió voz propia.
Si durante las tres últimas décadas se han producido transformaciones intensas en el mundo, estos cambios fueron particularmente acentuados en Andalucía, donde los ciudadanos pasaron del deficiente desarrollo económico, social y cultural a un panorama similar al de las sociedades más avanzadas, como ejemplifica la inversión de los flujos migratorios.
Los andaluces pueden presumir, en la actualidad, de estar a la altura no solo del resto de los españoles, sino también de los europeos. La evolución experimentada durante treinta años coloca a la comunidad en la élite del desarrollo. Andalucía cuenta, actualmente, con excelentes vías de comunicación. Las grandes ciudades están conectadas entre sí por autopistas o autovías. En total hay más de veinticuatro mil kilómetros de carreteras. Junto con el tren de alta velocidad, que une Madrid con Córdoba, Sevilla y Málaga, hay trenes regularmente hacia variopintos destinos. Aparte de los aeropuertos internacionales de Málaga y Sevilla, existen otros en Almería, Granada-Jaén y Jerez de la Frontera. En la región costera hay cinco grandes puertos marítimos. Es indiscutible, en la actualidad, el peso demográfico, la solvencia social y la diversificación económica. Basta con un dato relativo al nivel adquisitivo.
Si en 1980 se anunciaban pisos por dos millones de pesetas y el sueldo medio era de ciento veinte mil pesetas al mes, un andaluz tenía que dedicar, durante dos años, su sueldo íntegro para comprarlo. En la actualidad, la subida del precio de la vivienda hace que una persona tenga que invertir su nómina completa, durante diez años, para tener acceso a un hogar. Son cuestiones económicas que evolucionan ligadas al desarrollo de libertades individuales y colectivas en la consecución de derechos de primera generación, como el acceso a la educación, o a la sanidad pública.
Andalucía crece cada día sin olvidar su privilegiada y rica cultura. Una inmensidad de oportunidades se fraguan, en el siglo XXI, gracias a una apuesta autonómica que aporta las mayores cotas de bienestar y prosperidad jamás vividas por los andaluces. Desde la aprobación del Estatuto de Autonomía, tras el refrendo del pueblo andaluz el 28 de febrero de 1980, y su posterior ratificación y entrada en vigor en 1981, los andaluces pueden presumir de progreso, avances y evolución en todos los campos. El turismo se alza como la bandera de Europa por todo lo que une a los andaluces y por todo lo que los distingue, de Almería a Huelva o de Sevilla a Granada, pasando por Jaén, Córdoba, Cádiz o Málaga. Una tierra rica en espacios naturales, en un singular patrimonio histórico, en una agricultura abierta a la diversificación económica y en gente formada para trabajar a la altura de cualquier ciudadano europeo. Andalucía vive, ahora, una nueva etapa con los cimientos bien forjados por una convulsa historia que nunca habrá que olvidar para caminar con paso firme hacia el futuro.
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