Crisis en la Cámara

Antonio Felipe Rubio
Periodista

La secretaria de Estado para la Función Pública, Consuelo Rumí, acaba de presentar diez medidas para reducir costes a las empresas. El acto de presentación ha tenido lugar en la Cámara de Comercio; un lugar, en estos momentos, que sabe mejor que nadie cómo reducir gastos: despidiendo a los trabajadores.

Es bien cierto que las noticias que transcienden de la Cámara de Comercio no son de este tenor, pues no se trata de viajes a la Conchinchina para colocar a unos paisanos algunas limitadas partidas de productos de la tierra y vender la excursión como “fructífera misión comercial de la Cámara de Comercio…”. Sin embargo, los enormes dispendios a cuenta del presupuesto y de las cuotas obligatorias, obligan a un severo reajuste de la cuenta de explotación que, precisamente, no pasa por la optimización de los recursos, sino por los despidos graduados en turnos de nueve en nueve. Ya se han cargado a 18 y van a por otros nueve más.

La situación es insostenible y, ante la nueva legislación, la Cámara sólo dependerá de las cuotas voluntarias, quedando sus recursos sensiblemente reducidos, salvo nuevo cuño de subvenciones. La Cámara, que debería ser ejemplo de racionalización de los recursos y sosiego sociolaboral, se enfrenta a unas jornadas de cierta agitación que comenzarán el día 24 de febrero en las instalaciones del “Palacio” de Congresos de Aguadulce.

Entre los argumentos que mayor indignación ha producido en la plantilla cameral destaca el despido de los trabajadores más antiguos y, consecuentemente, más caros de indemnizar. No obstante, esto no parece impedimento cuando mantiene sueldos millonarios a los pocos que se quedan para gestionar una institución que vive sus horas más bajas y el comienzo de una crisis de la que ha estado a cubierto a base de cuotas universales y al abrigo del poder político. Mientras tanto, ¡que les quiten lo bailao!

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