Antonio Felipe Rubio
Periodista
Parece que se va aclarando el asunto de las torres “Robocop” de la Muralla de Jayrán. Las declaraciones de la delegada de Cultura de la Junta no dejan lugar a dudas: no había presupuesto.
Ni ortopedia, ni vanguardismo, ni consolidación estructural, ni leches. No había presupuesto y se optó por una solución rápida, económica… y sobre la estética ya habrá tiempo de convencer por el procedimiento de la aproximación progresista-cultureta. Ya se sabe: si no te gusta, hazte mirar si eres de la caverna. No en vano, ahí están las carísimas “mocarreras” de la cúpula de Barceló en Bruselas recibiendo aluviones de felicitaciones y admiración de la clap progresista.
La delegada de Cultura asegura que la Muralla de Jayrán tenía un presupuesto para su restauración integral; pero, al llegar a las torres, se dieron cuenta que no podían proseguir sin causar un daño irreparable y, visto lo visto, se optó por una consolidación de urgencia con acero oxidado. Y añade “es como si usted hace unas obras en el baño de su casa y se da cuenta de que hay que cambiar las tuberías por estar picadas” (declaraciones a COPE Almería). Hasta aquí, todo parece normal; o se intenta que lo parezca. Sin embargo, hay que distinguir que mi cuarto de baño no data del siglo XI, ni dispongo de una comisión de evaluación técnica y patrimonial para detectar el grado de “picazón” de las tuberías. Por lógica, me basta prever la antigüedad de las mismas y la disponibilidad económica para afrontar su sustitución.
Aquí se ha hecho una chapuza sin precedentes y sin caución alguna por la preservación del patrimonio. Téngase en cuenta que el presupuesto aprobado data de 2008 y, ya entonces, contemplaba el artilugio de acero oxidado. Por tanto, se nos ha mentido… otra vez.
En definitiva, se ha vuelto a experimentar con Almería. Sólo se atreven con los que hemos demostrado tener una memoria fútil y crítica laxa. En otras localizaciones (Córdoba, Sevilla, Granada…) sería impensable esta pellejería.
Mi apoyo a Amigos de la Alcazaba por su inteligente campaña de exteriorización del horror recabando opiniones y fomentando prescriptores cualificados para descalificar, con toda solvencia y juicio profesional, semejante disparate.
Ni ortopedia, ni vanguardismo, ni consolidación estructural, ni leches. No había presupuesto y se optó por una solución rápida, económica… y sobre la estética ya habrá tiempo de convencer por el procedimiento de la aproximación progresista-cultureta. Ya se sabe: si no te gusta, hazte mirar si eres de la caverna. No en vano, ahí están las carísimas “mocarreras” de la cúpula de Barceló en Bruselas recibiendo aluviones de felicitaciones y admiración de la clap progresista.
La delegada de Cultura asegura que la Muralla de Jayrán tenía un presupuesto para su restauración integral; pero, al llegar a las torres, se dieron cuenta que no podían proseguir sin causar un daño irreparable y, visto lo visto, se optó por una consolidación de urgencia con acero oxidado. Y añade “es como si usted hace unas obras en el baño de su casa y se da cuenta de que hay que cambiar las tuberías por estar picadas” (declaraciones a COPE Almería). Hasta aquí, todo parece normal; o se intenta que lo parezca. Sin embargo, hay que distinguir que mi cuarto de baño no data del siglo XI, ni dispongo de una comisión de evaluación técnica y patrimonial para detectar el grado de “picazón” de las tuberías. Por lógica, me basta prever la antigüedad de las mismas y la disponibilidad económica para afrontar su sustitución.
Aquí se ha hecho una chapuza sin precedentes y sin caución alguna por la preservación del patrimonio. Téngase en cuenta que el presupuesto aprobado data de 2008 y, ya entonces, contemplaba el artilugio de acero oxidado. Por tanto, se nos ha mentido… otra vez.
En definitiva, se ha vuelto a experimentar con Almería. Sólo se atreven con los que hemos demostrado tener una memoria fútil y crítica laxa. En otras localizaciones (Córdoba, Sevilla, Granada…) sería impensable esta pellejería.
Mi apoyo a Amigos de la Alcazaba por su inteligente campaña de exteriorización del horror recabando opiniones y fomentando prescriptores cualificados para descalificar, con toda solvencia y juicio profesional, semejante disparate.
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