El tufo del soterramientos

Antonio Felipe Rubio
Periodista

“Lluvia de millones y magníficas noticias para Almería”. ¿Les suena? Grandes titulares, aplauso entusiástico, un asunto menos para la preocupación… y “saquemos el soterramiento del debate político”.

De la noche a la mañana, en la frontera del lúdico fin de semana, llega el subsecretario de Estado para Infraestructuras y nos descarga sorpresivamente la noticia de un soterramiento integral con un sobreprecio de 35 millones euros que abordará, en exclusiva, el ministerio de Fomento. No hay nada más; ni documentos, ni ratificación en el seno de la Sociedad para el Soterramiento del Ferrocarril. Además, la comunicación se realiza a la primera autoridad local (alcalde) a través de una apresurada y escueta llamada telefónica, y tras afianzar llamativos y generosos titulares de prensa.

Independientemente del tufo electoralista que aflora el soterramiento, existen argumentos objetivos que disuaden de la veracidad de esta inopinada iniciativa. Los motivos por los que se nos obliga a dejar de soñar con el soterramiento total son fruto de un planteamiento irrefutable e innegociable por causas técnicas, económicas y de seguridad.

Se nos dijo que existe un modelo constructivo “homologado a nivel nacional” y se exponen argumentos insuperables de seguridad para aceptar un soterramiento parcial con unas bóvedas (jorobas) que posibilitan la penetración de aire y luz, imprescindibles para las exigencias de un proyecto que considera inasumible profundizar más allá de la cota de cinco metros por incompatibilidad con la capa freática y por razones económicas, ya que ahondar más de lo previsto supone un sobrecoste en progresión geométrica. O sea, que si excavar a cinco metros vale 10, hacerlo a 10 metros no vale 20; es mucho más.

La “homologación nacional” se ha ido al guano, las insuperables medidas de seguridad quedan abolidas y el dinero le sale al Gobierno por las orejas… algo me he perdido y no alcanzo a entender.

No se pueden quebrantar las medidas de seguridad tras haberlas esgrimido como argumento incontrovertible. No se pueden hacer aviones de mármol sin tener en cuenta a Newton y la Ley de Gravitación Universal. No se pueden hacer sólidos barcos de hierro macizo despreciando el Principio de Arquímedes. Pero sí se puede modificar un proyecto “homologado” en sus aspectos más sensibles y referidos a medidas de seguridad esenciales.

Este anuncio-propaganda es insostenible e insoportable. Miranda Hita se ha procurado un predicamento favorable en los medios de comunicación locales que le faculta para anunciar la separación de las aguas del mar de Alborán y aceptárselo como artículo de fe. El ejercicio de paisanaje y aproximación escénica a foros influyentes le ha blindado con envoltura de buena voluntad que, en políticos afectos a un partido, es más que cuestionable y, siempre, dependiente de superiores intereses sectarios.

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