Miguel Martín
Periodista
Me llama poderosamente la atención que haya municipios en los que la estabilidad de sus ayuntamientos es aún más precaria que la de los gobiernos italianos. Mojácar y Huércal de Almería son dos de estos lugares de la provincia de Almería en los que puede pasar, y de hecho pasa, de todo. Ayer veíamos cómo dos concejales del equipo de gobierno mojaquero, Carlos Cervantes y Ángel Medina, salían por la puerta de atrás, así como una edil de Huércal de Almería, Dolores Salmerón, abandonaba su filiación a Izquierda Unida, siguiendo los pasos de su alcalde, Juan Ibáñez.
No pude hablar con la de Huércal, pero sí lo hice con uno de los concejales expulsados del poder en Mojácar, con otro de los que están en la oposición desde el principio de la legislatura y con la propia alcaldesa, Rosa María Cano. La regidora, militante del PP, se ha quedado en minoría, su corporación tiene cuatro concejales populares y otro de GIAL gobernando y ocho en la oposición: dos del Partido Andalucista, otros dos de Partido Democrático de Mojácar, el de Unión Mojaquera, y hasta un ex del PP, a los que ahora se suman Medina, de Ciudadanos Europeos, y Cervantes, de Asamblea de Izquierdas. ‘Es que esto es Mojácar’. Así me resumía la regidora la situación política del pueblo que, con apenas 7.581 habitantes, tiene uno de los mayores revueltos –sin gambas- de la provincia en una corporación local.
Algo similar ocurre en Huércal de Almería, con 14.937 habitantes, con otro gobierno en minoría, en este caso de Izquierda Unida, bueno, ya no, claro, por eso de la salida del alcalde después de la apertura de un expediente sancionador. PSOE, PP, Ciudadanos de Huércal… Son algunas de las siglas presentes en el Consistorio.
Sin embargo, no deja de rondar por mi cabeza eso de ‘esto es Mojácar’, una frase que da a entender que lo que allí sucede, nada tiene que ver con el resto de la provincia. Y debe ser así, porque una alianza entre el PP, GIAL, una escisión de IU y un partido europeísta, no es algo que se vea todos los días.
Lo gracioso es que la cuestión de fondo, la que ha provocado estos movimientos en la corporación, es el proyecto para construir un aparcamiento de 37 plazas al lado de una iglesia. Como no vivo allí y no he profundizado en el tema, no me voy a meter en si es una señal del fin de los tiempos o del regreso del Mesías, pero tiene narices que los concejales expulsados digan que no conocían el proyecto, cuando eran parte del gobierno que promueve esta actuación.
Supongo que en pueblos como Mojácar, uno de los mayores atractivos turísticos de la provincia, que no se nos olvide eso, es fácil que este tipo de cuestiones tengan más importancia que en la capital donde se han construido tantos parkings que ya no sabemos qué hacer con ellos –más que nada porque han sido planificados de aquella manera-.
En cualquier caso, aún no tengo claro cómo se desarrollarán las próximas elecciones en Mojácar y en Huércal, cómo se verán afectados los grupos presentes en sus consistorios. No creo, en el caso de Huércal, que IU salga indemne, aunque todo puede suceder. El municipio levantino me queda más lejos, aunque me da la impresión de que, como en Las Vegas, ‘lo que pasa en Mojácar, se queda en Mojácar’.
No pude hablar con la de Huércal, pero sí lo hice con uno de los concejales expulsados del poder en Mojácar, con otro de los que están en la oposición desde el principio de la legislatura y con la propia alcaldesa, Rosa María Cano. La regidora, militante del PP, se ha quedado en minoría, su corporación tiene cuatro concejales populares y otro de GIAL gobernando y ocho en la oposición: dos del Partido Andalucista, otros dos de Partido Democrático de Mojácar, el de Unión Mojaquera, y hasta un ex del PP, a los que ahora se suman Medina, de Ciudadanos Europeos, y Cervantes, de Asamblea de Izquierdas. ‘Es que esto es Mojácar’. Así me resumía la regidora la situación política del pueblo que, con apenas 7.581 habitantes, tiene uno de los mayores revueltos –sin gambas- de la provincia en una corporación local.
Algo similar ocurre en Huércal de Almería, con 14.937 habitantes, con otro gobierno en minoría, en este caso de Izquierda Unida, bueno, ya no, claro, por eso de la salida del alcalde después de la apertura de un expediente sancionador. PSOE, PP, Ciudadanos de Huércal… Son algunas de las siglas presentes en el Consistorio.
Sin embargo, no deja de rondar por mi cabeza eso de ‘esto es Mojácar’, una frase que da a entender que lo que allí sucede, nada tiene que ver con el resto de la provincia. Y debe ser así, porque una alianza entre el PP, GIAL, una escisión de IU y un partido europeísta, no es algo que se vea todos los días.
Lo gracioso es que la cuestión de fondo, la que ha provocado estos movimientos en la corporación, es el proyecto para construir un aparcamiento de 37 plazas al lado de una iglesia. Como no vivo allí y no he profundizado en el tema, no me voy a meter en si es una señal del fin de los tiempos o del regreso del Mesías, pero tiene narices que los concejales expulsados digan que no conocían el proyecto, cuando eran parte del gobierno que promueve esta actuación.
Supongo que en pueblos como Mojácar, uno de los mayores atractivos turísticos de la provincia, que no se nos olvide eso, es fácil que este tipo de cuestiones tengan más importancia que en la capital donde se han construido tantos parkings que ya no sabemos qué hacer con ellos –más que nada porque han sido planificados de aquella manera-.
En cualquier caso, aún no tengo claro cómo se desarrollarán las próximas elecciones en Mojácar y en Huércal, cómo se verán afectados los grupos presentes en sus consistorios. No creo, en el caso de Huércal, que IU salga indemne, aunque todo puede suceder. El municipio levantino me queda más lejos, aunque me da la impresión de que, como en Las Vegas, ‘lo que pasa en Mojácar, se queda en Mojácar’.
(teleprensa.es)
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