José Carlos Dopico
Concejal de Movilidad de Almería
Convivir no es fácil, pero es imprescindible para el ser humano, por lo que las autoridades tenemos como una de nuestras obligaciones lograr esa socialización en las mejores condiciones. Esa es la premisa desde la que partimos en el Área de Seguridad y Movilidad cuando nuestro alcalde, Luis Rogelio, me encargó la elaboración de una ordenanza municipal para regular determinados aspectos de esa convivencia en el entorno urbano, utilizando para ello de base lo que ya estaban realizando en otras ciudades españolas de muy distinto signo político.
El alcalde recogía la preocupación por tipificar determinadas conductas que todos coincidimos que deben ser erradicadas, pero que no tienen encaje penal, y por lo tanto quedaban fuera del ámbito sancionador, por lo que los policías locales se encontraban en un serio problema cuando eran requeridos por unos vecinos que se quejaban de algo sobre lo que ellos no podían hacer nada más que recriminar un mal comportamiento, pero nada más. Han sido muchos meses de trabajo, con los propios policías que se enfrentan a estas situaciones, con asociaciones vecinales, con asesores jurídicos, tomando referencias de lo que se hace en otros lugares y realizando un análisis riguroso de competencias entre administraciones. La voluntad de consenso nos llevó incluso a prorrogar un mes más su aprobación para que la oposición pudieran analizarla a fondo. Todo sea por lograr una norma en la que todos nos sintamos cómodos. Almería es una ciudad en la que convivimos más de un centenar de nacionalidades distintas, cada cual con su propia cultura, su religión sus costumbres y parece lógico que tengamos que regular cómo desarrollar nuestra relación en los espacios comunes y, en ocasiones, en el ámbito privado pero que afecte a los demás. Pero quedarnos en ese aspecto sería muy pobre. Hemos visto cómo se ha regulado a nivel andaluz el consumo de alcohol en la calle y su resultado ha sido desigual, ya que lo único que hizo la Junta fue prohibirlo y dejar en manos de los ayuntamientos su regulación y la solución al problema planteado. Esas no son maneras de hacer las cosas.
Coincidimos en que no se pueden permitir los botellones que molestan a los vecinos, ensucian las calles, permiten el consumo indiscriminado de alcohol, pero no se puede primero prohibir y luego regular, ya que provoca el desconcierto entre todos, autoridades municipales y vecinos. Quizá lo que más puede verse en la prensa en relación a estas normas sea lo ya mencionado o cómo abordamos el tema de la prostitución, y entiendo que es lo más mediático, pero quisiera invitar a los almerienses a que lean la ordenanza y a no dejarse influenciar por el debate político que susciten pensando que si son derechas o de izquierdas, conservadoras o progresistas. No, las hemos hecho para que convivamos todos, y junto a las leyes hemos aplicado el sentido común.
El alcalde recogía la preocupación por tipificar determinadas conductas que todos coincidimos que deben ser erradicadas, pero que no tienen encaje penal, y por lo tanto quedaban fuera del ámbito sancionador, por lo que los policías locales se encontraban en un serio problema cuando eran requeridos por unos vecinos que se quejaban de algo sobre lo que ellos no podían hacer nada más que recriminar un mal comportamiento, pero nada más. Han sido muchos meses de trabajo, con los propios policías que se enfrentan a estas situaciones, con asociaciones vecinales, con asesores jurídicos, tomando referencias de lo que se hace en otros lugares y realizando un análisis riguroso de competencias entre administraciones. La voluntad de consenso nos llevó incluso a prorrogar un mes más su aprobación para que la oposición pudieran analizarla a fondo. Todo sea por lograr una norma en la que todos nos sintamos cómodos. Almería es una ciudad en la que convivimos más de un centenar de nacionalidades distintas, cada cual con su propia cultura, su religión sus costumbres y parece lógico que tengamos que regular cómo desarrollar nuestra relación en los espacios comunes y, en ocasiones, en el ámbito privado pero que afecte a los demás. Pero quedarnos en ese aspecto sería muy pobre. Hemos visto cómo se ha regulado a nivel andaluz el consumo de alcohol en la calle y su resultado ha sido desigual, ya que lo único que hizo la Junta fue prohibirlo y dejar en manos de los ayuntamientos su regulación y la solución al problema planteado. Esas no son maneras de hacer las cosas.
Coincidimos en que no se pueden permitir los botellones que molestan a los vecinos, ensucian las calles, permiten el consumo indiscriminado de alcohol, pero no se puede primero prohibir y luego regular, ya que provoca el desconcierto entre todos, autoridades municipales y vecinos. Quizá lo que más puede verse en la prensa en relación a estas normas sea lo ya mencionado o cómo abordamos el tema de la prostitución, y entiendo que es lo más mediático, pero quisiera invitar a los almerienses a que lean la ordenanza y a no dejarse influenciar por el debate político que susciten pensando que si son derechas o de izquierdas, conservadoras o progresistas. No, las hemos hecho para que convivamos todos, y junto a las leyes hemos aplicado el sentido común.
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