La campaña de lavado de imagen en la política agrícola almeriense

Sindicato de Obreros del Campo
 
Almería vive estos días una profunda aunque sutil campaña de renovación de su imagen tras décadas de explotación de mano de obra inmigrante. Para evitar el malfamamiento que produce el periodismo de investigación que cada cierto tiempo se realiza en Almería, una tierra donde históricamente, y más aún con la globalización, el conflicto social está muy presente, las autoridades políticas, económicas e informativas están desarrollando algo que aparenta ser, por las coincidencias en el tiempo, un lavado de imagen, o bien una sinergia a la defensiva.
 
«La imagen mediática de los inmigrantes está condicionada por un proceso de intensificación de las informaciones negativas basado en la caracterización de la inmigración como un problema (de índole social, cultural, política y económica) y su asociación con contextos de delincuencia.» Eran palabras incluidas por el investigador Mario de la Fuente en su tesina sobre los medios en Almería (2005).

Probablemente conozcan la polémica que ha desatado el periódico británico The Guardian, cuando publicó un reportaje de denuncia de las condiciones de esclavitud en que trabajan y malviven miles de inmigrantes en los invernaderos de Almería, el pasado 7 de febrero. Tras este reportaje, el Foro Social de Almería, o el Sindicato de Obreros del Campo, entre otras entidades, está trabajando muy duramente en denunciar esta campaña que ya es histórica, y que pretende mantener las condiciones de explotación e injusticia social que viven los inmigrantes en esta tierra.

El periódico La Voz de Almería, días después de la publicación de The Guardian, se apresuró en contradecir al medio británico con argumentos ambiguos, pero rentables.

La Voz afirma que :
«La prensa británica habla de ensaladas aliñadas bajo un sistema de esclavitud, y The Guardian critica que los supermercados ingleses se nutran de las verduras almerienses».
Asimismo, apunta que se trata de «un nuevo ataque contra la agricultura almeriense».

"Señalan con dedo acusador al Sindicato de Obreros del Campo, a la Cruz Roja, y a todo el que expresa lo que cualquiera que no tenga ceguera interesada puede ver» critican desde el Foro Social.

La Voz continúa así:
«Este reportaje, que se autodenomina como de investigación, no recurre para contrastar la información ni a las organizaciones agrarias, ni a las empresariales ni a la Interprofesional ni a ningún otro agente ni interlocutor del campo almeriense».
Ante esta afirmación tan contundente, Federico Pacheco, responsable del SOC, nos ha comentado algunas cuestiones:

¿Hay que preguntar “a empresarios, a la interprofesional, o a otros agentes interlocutores del campo almeriense” ,como afirma La Voz, para la investigación realizada por The Guardian?

Nos consta de que la periodista de The Guardian ha visitado Almería en diversas ocasiones, se ha documentado sobre el fenómeno de la agricultura en nuestra provincia, ha contactado con diversas organizaciones y personas, y ha realizado visitas a invernaderos, almacenes, alojamientos de trabajadores y sitios de reunión. Desde el SOC le hemos dado nuestra visión de la situación, le hemos facilitado la documentación y estadísticas correspondientes, y la hemos llevado para que personalmente conozca la realidad laboral que denunciamos constantemente. Nos parece muy importante que en un periódico de esta importancia se haya reflejado la voz de los mismos jornaleros agrícolas, de sus organizaciones sindicales y de apoyo, así como de investigadores independientes de la universidad. Y esto es así porque en Almería es muy difícil, o imposible, que los medios locales se hagan eco de noticias, denuncias u opiniones que alumbren la mínima duda sobre el “modelo” agroindustrial en que se basa la economía local, sea por temas de explotación laboral o racismo, como de daños medioambientales o sobre la insostenibilidad del mismo a largo plazo.

Tanto los empresarios como la administración, los banqueros y los distribuidores tienen mucho que decir sobre la situación de los trabajadores rurales en Almería, y han podido hacerlo en la mayor parte de los reportajes y notas que se han hecho sobre el tema.

La campaña de La Voz de Almería pone de manifiesto que tienen a su alcance todos los medios posibles para sostener sus análisis y negar, como siempre han hecho, de que exista una situación generalizada de incumplimiento de las leyes y convenciones colectivas. La presión mediática y política es tal que entre la población es casi un tabú poner en cuestionamiento el “modelo”. Si no lo creemos, leamos detenidamente en “La Voz” las opiniones de los periodistas que dirigen los principales medios de comunicación de la provincia, cierran filas de una manera vergonzosa en defensa del poder económico que les da de comer y sólo se permiten atisbar algunas críticas de manera suave o indirecta. Dejamos a salvo el caso de Teleprensa, prácticamente el único medio que siempre ha mantenido una posición independiente y ha publicado todo cuanto se le ha enviado sobre la situación de los trabajadores inmigrantes.

Si realmente no hay incumplimientos ni explotación, ¿porqué se niegan sistemáticamente a dejarnos entrar en sus fincas, a que se nombren delegados independientes entre los trabajadores, o a que se exijan controles sociales públicos y participativos en todas las empresas?. Esperamos que si tanta indignación tiene algo de sincera se llegue hasta el final y abran sus puertas al diálogo y a la transparencia.

¿Piensan desde el SOC que la ciudadanía puede sentir esta información de The Guardian como “un ataque”, como afirma La Voz? En cualquier caso, ¿un ataque a la economía productiva? ¿Con qué fin?

Como decíamos más arriba existe una enorme presión comunicativa y social entre la población local, a fin de garantizar la defensa del modelo agroindustrial. Y cada vez que se escucha alguna crítica se exacerban los sentimientos “nacionalistas” en una clara maniobra demagógica muy bien estudiada y enormemente eficaz. Si nos detenemos a leer los comentarios de muchas personas en los diversos artículos que aparecen en internet nos daremos cuenta de hasta donde se puede llegar. Y esta estrategia de victimización frente a “ataques interesados” de mercados extranjeros o ante “la inseguridad” creada por la presencia de inmigrantes, que a su vez “acaparan” el trabajo y los recursos sociales, puede convertirse en un arma peligrosa, que ya ha derivado en acciones violentas y hasta estallidos colectivos como el de El Ejido en el año 2000.

Ya en 2007, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), en el periódico El País difundió que el reportaje La ley del beneficio poseía “testimonios tergiversados para desprestigiar a los empresarios”. ¿Esto es así de directo? ¿Cree que un inmigrante nunca es una fuente de peso para los grandes medios?

Evidentemente, y siempre funciona así en la agro-industria, el jornalero es el trabajador más marginalizado, extranjero por naturaleza, aún en su propio país, y chivo expiatorio de todos los males sociales. Sin explotación de una mano de obra barata, maleable y sumisa no puede jamás funcionar un sistema de agricultura industrial que consuma insumos caros, venda barato y deje beneficios elevados a los sectores que lo controlan. Por ello, es un elemento estructural de este sistema la desacreditación permanente del explotado, de sus organizaciones y de sus apoyos. ¿Qué valía para los gobiernos y la opinión pública de las élites la palabra de un esclavo, de un siervo de la gleba o de un proletario de la revolución industrial?, lo mismo que la de un jornalero. Nos entristece que organizaciones agrícolas que también participan en Vía Campesina entren en este juego sucio y contradictorio, que a la larga también les perjudicará gravemente.

La Voz señala que es el enésimo ataque que recibe la agricultura almeriense. ¿Cuáles fueron los otros ocho?

Como decíamos, el sistema de victimización frente a “malévolos conspiradores” siempre les ha funcionado por lo que lo han repetido cada vez que un artículo de prensa, un informe oficial o un documental (siempre de fuera de Almería) se encargó de mostrar esa parte de la realidad que tanto les disgusta.

Es importante que haya un efecto económico porque el dinero es el único lenguaje que entienden los grandes agro-negociantes y distribuidores, y al menos permite que el tema salga a la luz y alguna gente honesta pierda el miedo y proponga nuevas alternativas. Pero no nos engañemos, los grandes siempre hacen beneficios, son ellos los que producen en otros países y son ellos los que comercializan todo lo que hay en el mercado, quien verdaderamente pierde es el pequeño productor y el insumo sobre el que descarga las presiones: el jornalero. Por eso desde el SOC no hemos llamado nunca al boicot de los productos de Almería. Esto sería hacerle el juego a productores agro-industriales de otros países europeos, del Magreb, Turquía o de Israel, en donde se explota y perjudica aún más, si cabe, al trabajador agrícola y al medioambiente.

Pero podemos citar algunos “ataques” importantes como el documental de Greenpeace de Alemania presentado durante la feria de Berlín de 2007 o la película “La Ley del Beneficio“, atacada y censurada en la provincia. Aunque sin duda el mayor “ataque” al modelo almeriense fue el Informe que una comisión independiente organizada desde el Foro Cívico Europeo se atrevió a publicar sobre los sucesos racistas de El Ejido 2000, hechos vandálicos que se cubrieron con un manto de vergonzosa impunidad, con la complicidad de amplios sectores sociales y políticos de Almería, y que sirvieron eficazmente a la desarticulación del movimiento asociativo de inmigrantes y jornalero de Almería y a la criminalización de quien saliera a defender lo “indefendible”.

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