Lo de Camps y Enciso

Fausto Romero-Miura Giménez
Abogado

Sigue el rasgado de vestiduras. Ahora, porque Francisco Camps -imputado, acusado, investigado, llámele como prefiera para entenderlo, pero no condenado- se presenta a la reelección como presidente de la Generalidad valenciana. Lo he repetido muchas veces, a propósito de la decisión -fundada en Derecho- de Juan Enciso de no dimitir de la Alcaldía de El Ejido, a pesar de encontrarse en la misma situación que Camps. Por repetirlo, que no quede: con la vida política de un ciudadano sólo pueden acabar los ciudadanos, con su voto; la muerte; la dimisión y una sentencia penal firme -que quiere decir ya inapelable- condenatoria que lleve aparejada la inhabilitación.

Ni la opinión pública ni la publicada ni la imputación de delitos ni la prisión provisional por algo de lo que puede ser absuelto si llega a celebrarse el juicio, tienen fuerza para poner fin a la carrera de nadie: no entenderlo así es subvertir la democracia: bastaría una acusación -falsa- para acabar con la vida pública de adversarios inocentes. De ahí, pues, que toque a su conciencia la decisión última: si se consideran culpables, no deben competir; si inocentes, continuar, haciendo bueno el verso de Calderón: "tuve amor y tengo honor. / Esto es cuanto sé de mi".

Nadie puede hacer conjeturas de culpabilidad, so pena de negar la esencia misma del Estado de Derecho que tanto nos ha costado conquistar. Les recomendaría, pues, a quienes se han rasgado sus vestiduras, que vayan al sastre a recomponerlas en el marco de la Constitución y de la Ley. O que las usen para el Carnaval, con censura, de El Ejido. ¡Eso sí que es un despropósito inconcebible!
(www.lavozdealmeria.es)

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