Pedro M. de la Cruz
Director de La Voz de Almería
El reportaje publicado por The Guardian sobre la agricultura almeriense debería ser estudiado en las facultades de periodismo como un espejo revelador de la manipulación informativa, el sectarismo profesional y la estupidez. Afirmar que las condiciones de trabajo en el campo almeriense son similares a las que padecían los esclavos en el siglo XVI es un insulto, no a los almerienses, sino a la inteligencia de quien lo sostiene. La extravagancia de su afirmación es tan delirante que, a partir de ahí, todo el reportaje se desacredita por sí mismo.
El paraíso no existe. Ni en Almería, ni en Londres. Trabajar bajo un invernadero requiere un esfuerzo a veces titánico. Los almerienses fueron y son los primeros en saberlo. Como sabemos que algunas de las condiciones en las que trabajan y viven otros ciudadanos, llegados del otro lado del mar o autóctonos, son manifiesta y necesariamente mejorables. En Almería, en Londres y en cualquier parte de este mundo imperfecto se dan situaciones a las que nunca debemos acercarnos con la resignación ante lo irremediable.
Con su evidente intención manipuladora, el reportaje de The Guardian busca, desde la primera línea, el rechazo de los consumidores ingleses a los productos almerienses. Al servicio de esta pretensión construye una realidad sesgada en el enfoque, parcial en las fuentes y obscenamente falsa en algunos de sus datos.
No hay mayor mentira que una verdad a medias y eso es, exactamente, lo que algunos medios de comunicación hacen de forma premeditada cuando se acercan a la realidad almeriense.
Lo lamentable es que a este ejercicio profesional, tan detestable, se presten cabeceras como The Guardian que han pretendido siempre ser referente de calidad y de solvencia. El periódico inglés, con su manipulador reportaje sobre Almería, ha escrito una de sus peores páginas.
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