Kayros
Periodista
Si pudiéramos prescindir del lugar en que uno ha nacido, del partido al que uno vota, de las ataduras sentimentales al que uno se ha visto ligado, tal vez estaríamos más ligeros de equipaje para ver las cosas con independencia y claridad. Pero esta abstracción no es fácil si tenemos en cuenta los intereses sectoriales de cada cual. En las clases de periodismo, lo primero que oye el alumno, núbil enamorado de la verdad, es que la objetividad informativa no existe, lo que existe es más bien una aproximación. De ahí que cuando tropezamos con una buena crónica, da gusto ver primero la noticia en sí, luego lo que dicen los personajes a favor en contra, y luego, muy al final, la opinión que le merece al propio periodista. Claro, esto es como muy académico y por tanto poco atractivo para poder llamar la atención con un titular encendido.
Esta sed abrasiva de que nos lean, lleva a veces a prescindir de los requisitos normales aprendidos en las aulas. Por ejemplo, no es necesario salir de nuestro entorno para darnos cuenta de lo que se viene haciendo con algunos personajes de la Operación Poniente. En vano afirma diariamente Enciso que dará cuenta a todo el mundo dónde y cuándo tenga que darla. Sin embargo quien lea lo que aparece en los medios de comunicación todos los días, Enciso ya está juzgado. Juzgado y castigado según el derecho. Del sumario fidedigno, incompleto o mal realizado hemos pasado a sentenciar las presuntas imputaciones. ¿Qué pasaría si luego Enciso no fuera culpable? ¿Nos acostumbraríamos a verle por la calle con la misma aura de honradez que tuvo antes?
Los moralistas de otro tiempo decían que la murmuración es la gallina pelada bajo una racha de viento, ¡a ver luego quién es capaz de ir recogiendo pluma por pluma y ponerlas en su sitio! Tal estrategia ha sido imitada más de una vez por partidos deseos de deshacerse de sus oponentes. Y en el terreno personal hemos visto caer torres muy altas. Que el pueblo llano utilice la rumorología para exprimir su interno malestar, casi podría tener pase, pero que lo hagan las cabezas rectoras de la sociedad alimentadoras de nuestro destino, me parece una putada.
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