José Fernández
Periodista
Supongo que todos ustedes conocen casos concretos de personas dispuestas, capacitadas y enérgicas que no tienen y no encuentran un puesto donde desempeñar una tarea que les permita cobrar un sueldo a fin de mes. Puede que incluso usted mismo se encuentre en esa desagradable situación.
Pues bien, no quiero comentar ahora la última oleada de cifras del paro conocido que dibuja un horizonte más bien penoso, sino la insultante y desvergonzada actitud de las autoridades políticas de las dos regiones que acumulan mayor número de desempleados, no ya en España, sino en toda Europa, como son Andalucía y Extremadura. Después de treinta años de imparable gestión socialista, estas dos regiones viven instaladas en sendos regímenes de opinión pública decretada, donde se habla mucho de la imasedemasí, de las nuevas tecnologías y de las políticas de género, pero se oculta, se difumina y se enmascara, también por decreto, la incómoda realidad del paro y la falta de perspectivas de futuro.
Muchos de ustedes recordarán que la Junta de Andalucía acabó con el paro de un plumazo cuando el presidente Griñán definió a los parados como oferentes de empleo. Bueno, pues el ejemplo ha cundido en Extremadura, otro de los escaparates de la brillante gestión pirotécnica del PSOE, en donde la Junta acaba de presentar una campaña que dice: “No estoy parado; estoy orientándome”.
En fin, que produce bochorno ver en manos de quién estamos porque, o bien son unos malvados que quieren hacer mofa y befa de los parados, o bien son unos idiotas que piensan que la deconstrucción semántica constituye en sí una fuente de empleo. Y como muestra del nivel intelectual del personal que está al cargo de esta fiesta, permítanme recodar las declaraciones del director general del antiguo INEM, ahora Servicio Público de Empleo Estatal, el sevillano Antonio Toro Barba, que defendió que el paro y la pobreza beneficiaban a Andalucía porque de ese modo se aumentaba el porcentaje de ayudas del Fondo Social Europeo. Vamos, que el estado ideal es la mendicidad, porque así te dan limosnas en la puerta de las iglesias sin hacer nada. Menuda tropa.
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