Candidato a la alcaldía de Almería por el PA
Lo ocurrido con la rehabilitación de la muralla de Jayrán es sólo un ejemplo de lo que está pasando con el patrimonio histórico-artístico-natural de Almería. Es, de principio a fin, un despropósito del que nadie se hace responsable, y del que todos nos damos cuenta demasiado tarde.
Blas Infante ya definió a Andalucía como nación cultural, y por tanto, en contraposición con las naciones basadas en la etnia o en el idioma; es por eso que los nacionalistas andaluces tenemos una especial sensibilidad con todo lo que afecta a los restos históricos que definen nuestro pasado, sea reciente o lejano.
Hemos tenido que escuchar a la delegada de Cultura de la Junta de Andalucía, Yolanda Callejón, decir que cubrir con placas de acero oxidado las murallas de Jayrán era solución ajustada al presupuesto que tenían. Indigna la excusa, pero más si tenemos en cuenta que si hubiera habido un proyecto correctamente planteado, no se habría necesitado improvisar a última hora.
Al menos, sobre esta muralla han actuado; pero, mientras, el Cable Inglés sigue esperando y esperando. Han sido años de anuncios, años de promesas, y si contrastamos los anuncios y las promesas, comprobaremos con estupor que coinciden justamente con los periodos electorales. Así, cuando recientemente volvieron a firmar otro papel más, para asegurarnos que iban a comenzar los trabajos, pues la verdad, uno piensa que puede que sí o puede que no, ya veremos.
Tampoco podemos dejar que estas grandes obras no nos dejen ver las pequeñas. Y es que la red de torres, torreones y faros que jalonan la costa de nuestra provincia está absolutamente abandonada. Se caen de viejos, unos están llenos de basura en su interior y exterior, y otros de grafitis, sin que la administración autonómica haga nada al respecto, a pesar de las denuncias de distintos colectivos.
No podemos olvidar el atentado cometido en la presunta restauración del Mausoleo de Abla, el abandono de yacimientos arqueológicos como el de Dalías, sobre el que se mantiene el secreto ya que no se hace nada por él.
O qué decir, de ese caso que recientemente ha sido recordado, el de la galeota medieval hundida, encontrada en los años ochenta en Los Escullos, y de la que aún se desconoce qué se hizo con las piezas recuperadas de ella, o nadie ha dado explicaciones de por qué no se sacó del mar, o que se trabajo en el lugar. Un tesoro más condenado al olvido por dejadez.
No menos patrimonio el Cabo de Gata, donde de matute, un día sí y otro también, aparecen nuevas construcciones amparadas unas en el silencio, otras en el anonimato, y las más de las veces en la pasividad de una administración, que no actúa aunque le lleguen denuncias de los agentes de medio ambiente o de la Guardia Civil.
Del mismo modo, percibimos que lugares como Punta Entinas o las Salinas, son en su protección sólo una forma de mantener tensión con ayuntamientos gobernados por un color político distinto, ya que a la hora de la verdad, son auténticos vertederos incontrolados.
Las playas se deterioran cada vez que llueve, y la única respuesta es seguir enterrando dinero con camiones de arena que al final, es arrastrada por las corrientes y se deposita en otro lugar, dejando en entredicho que los espigones sean algo peor.
Si nos vamos al interior de la provincia, la cosa no es mucho mejor. Monumentos que no se restauran, otros que se restauran de aquella manera, y otros que se restauran, pero no se muestran o espacios naturales sin protección suficiente. ¿Dónde está la promoción de Los Millares?
La verdad es que la lista de afrentas es infinita. Los andalucistas estamos comprometidos con todas estas deudas a la historia, porque entendemos, que más allá de sus indudables beneficios económicos, si se explota turísticamente, forma parte de nuestra identidad.
No podemos dejar que estas cosas sigan ocurriendo. Hay que actuar, y la manera más serias de hacerlo se acerca en pocos meses.
Blas Infante ya definió a Andalucía como nación cultural, y por tanto, en contraposición con las naciones basadas en la etnia o en el idioma; es por eso que los nacionalistas andaluces tenemos una especial sensibilidad con todo lo que afecta a los restos históricos que definen nuestro pasado, sea reciente o lejano.
Hemos tenido que escuchar a la delegada de Cultura de la Junta de Andalucía, Yolanda Callejón, decir que cubrir con placas de acero oxidado las murallas de Jayrán era solución ajustada al presupuesto que tenían. Indigna la excusa, pero más si tenemos en cuenta que si hubiera habido un proyecto correctamente planteado, no se habría necesitado improvisar a última hora.
Al menos, sobre esta muralla han actuado; pero, mientras, el Cable Inglés sigue esperando y esperando. Han sido años de anuncios, años de promesas, y si contrastamos los anuncios y las promesas, comprobaremos con estupor que coinciden justamente con los periodos electorales. Así, cuando recientemente volvieron a firmar otro papel más, para asegurarnos que iban a comenzar los trabajos, pues la verdad, uno piensa que puede que sí o puede que no, ya veremos.
Tampoco podemos dejar que estas grandes obras no nos dejen ver las pequeñas. Y es que la red de torres, torreones y faros que jalonan la costa de nuestra provincia está absolutamente abandonada. Se caen de viejos, unos están llenos de basura en su interior y exterior, y otros de grafitis, sin que la administración autonómica haga nada al respecto, a pesar de las denuncias de distintos colectivos.
No podemos olvidar el atentado cometido en la presunta restauración del Mausoleo de Abla, el abandono de yacimientos arqueológicos como el de Dalías, sobre el que se mantiene el secreto ya que no se hace nada por él.
O qué decir, de ese caso que recientemente ha sido recordado, el de la galeota medieval hundida, encontrada en los años ochenta en Los Escullos, y de la que aún se desconoce qué se hizo con las piezas recuperadas de ella, o nadie ha dado explicaciones de por qué no se sacó del mar, o que se trabajo en el lugar. Un tesoro más condenado al olvido por dejadez.
No menos patrimonio el Cabo de Gata, donde de matute, un día sí y otro también, aparecen nuevas construcciones amparadas unas en el silencio, otras en el anonimato, y las más de las veces en la pasividad de una administración, que no actúa aunque le lleguen denuncias de los agentes de medio ambiente o de la Guardia Civil.
Del mismo modo, percibimos que lugares como Punta Entinas o las Salinas, son en su protección sólo una forma de mantener tensión con ayuntamientos gobernados por un color político distinto, ya que a la hora de la verdad, son auténticos vertederos incontrolados.
Las playas se deterioran cada vez que llueve, y la única respuesta es seguir enterrando dinero con camiones de arena que al final, es arrastrada por las corrientes y se deposita en otro lugar, dejando en entredicho que los espigones sean algo peor.
Si nos vamos al interior de la provincia, la cosa no es mucho mejor. Monumentos que no se restauran, otros que se restauran de aquella manera, y otros que se restauran, pero no se muestran o espacios naturales sin protección suficiente. ¿Dónde está la promoción de Los Millares?
La verdad es que la lista de afrentas es infinita. Los andalucistas estamos comprometidos con todas estas deudas a la historia, porque entendemos, que más allá de sus indudables beneficios económicos, si se explota turísticamente, forma parte de nuestra identidad.
No podemos dejar que estas cosas sigan ocurriendo. Hay que actuar, y la manera más serias de hacerlo se acerca en pocos meses.
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