Sin piedad

Fausto Romero-Miura Giménez
Abogado

He leído en La Voz, con tanto dolor como piedad, la polémica de dos Juanes notorios: Torrijos y Enciso. El Torri proclama que su tocayo se ha comido el Ayuntamiento de El Ejido y no ha devuelto nada. Y añade esta frase despiadada: “Y ahí lo tienen, perdiendo pelo, y la cabeza cada día más como uno de esos melones que dice se le echaron a perder y por los que tuvo que pedir ayuda económica”. Juan Enciso, desmoralizado y colérico, acusa a Torrijos de “reírse de las miles de personas que padecemos cáncer” y de “la caída de mi pelo evidente a causa del tratamiento de quimioterapia que estoy recibiendo”.

Por último, Juan Torrijos le ha replicado: “he tenido cáncer, me han operado de él…” Y añadido algo que, como ciudadano, me ha aterrado: “Un alcalde que aprovechándose de su cargo político se enriquece y enriquece a familiares y amigos a costa de los bolsillos de los ciudadanos, más bien parece una persona poco apreciable para sus conciudadanos. No tengo toda la verdad, cierto…”. Ni toda, ni ninguna: la verdad -buena o mala- sólo existe cuando la declara un Tribunal en sentencia definitiva. Hasta que haya condena firme -si la hay- ningún ciudadano puede conjeturar, acusar, afirmar, sobre otro…

Para condenar hace falta la certeza del Tribunal. Y la única y absoluta verdad es que ningún Tribunal ha dictado sentencia. No metastasicemos la sospecha, ilegal, contra la presunción constitucional de inocencia, vacuna garantizada contra el cáncer de la insidia y la difamación. Y siento compasión -en el sentido de compartir su dolor- con ambos: ¡el cáncer sí que es una verdad cruel y real, sin embargo, llena de esperanza!
(© La Voz de Almería)

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