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Cuanto peor, mejor

José Luis Sánchez Teruel
Secretario de Infraestructuras del PSOE
 
El debate o la sana confrontación de ideas entre personas de un país, de una región o de un municipio, basada en valores y principios cuyo único fin es el de construir una sociedad mejor para todos, es la esencia de la política que, por encima de cualquier cosa, debemos salvaguardar. La ley de la dependencia, que pone de manifiesto cómo las ideas contribuyen, tras su debate, a construir un futuro mejor para muchas familias y dependientes, es un buen ejemplo.

Más resultados tangibles para los hombres y mujeres de los pueblos de la provincia y de la ciudad de Almería, son las acciones desarrolladas en cada uno de ellos por los gobiernos de España y de la Junta de Andalucía en cooperación con sus respectivos ayuntamientos, socialistas, de derechas, de izquierda unida, independientes, andalucistas…, da igual el color político, que han supuesto importantes avances. Se encuentran entre ellos la ampliación del puerto deportivo de Adra llevada a cabo por la Junta de Andalucía para que se convierta en un motor de generación de nuevas actividades económicas, el decreto anunciado por la consejera de Obras Públicas para dar una solución a las viviendas fuera de ordenación de la comarca del Almanzora (donde hay ayuntamientos de todos los signos políticos) o las más de 1.000 obras que se han hecho en los municipios de la provincia con cargo a los fondos del 'Plan E' y del 'Plan Proteja' del gobierno de Pepe Griñán, que han contribuido enormemente a generar empleo y mejorar la vida de todos nosotros: calles, plazas, parques, edificios, servicios, etc.

Sin embargo, a veces en la vida política nos encontramos con personas que transforman el debate de ideas en un campo de batalla; personas que no tiene pudor en poner en práctica el "cuanto peor, mejor" con el fin de que sus intereses particulares prevalezcan. En ese momento las ideas basadas en construir un futuro mejor para todos claudican ante los intereses y a los ciudadanos siempre les toca perder.

Las razones de esa transformación son muchas y diversas: van desde la frustración personal de un fracaso electoral, reiterado o no, hasta la falta de credibilidad o liderazgo social que convierte a la mentira en el argumento político para sacar cabeza y, por qué no, a un mal entendido significado de lo que es la política: representar a los ciudadanos y dar respuesta a sus problemas.

Los ciudadanos, votantes y militantes de los partidos políticos, deben ser los garantes de que la política siga siendo lo que tiene que ser, sacando tarjeta roja cuando proceda a todos aquellos que hacen del "cuanto peor, mejor" su única estrategia para tratar de ganar o sobrevivir. En un momento tan difícil para todos, esta estrategia es, además, imperdonable.

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