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Cuaresma y Pasión en Almería

Rafael Leopoldo Aguilera Martínez
Cofrade

Llegamos al tercer domingo de Cuaresma, y nos encontramos inmensos  en el ecuador de este periodo litúrgico de conversión y acercamiento a la Pasión, Muerte y Resurrección del Divino Redentor. Nos encontramos en la vísperas, en las vísperas de la Semana Santa, la Semana en la que la ciudad de Almería, en su inmensidad mariana y marina, con brisa del mediterráneo, y el perfumado olor de incienso de sus templos y los jazmines y galanes de noche de las primaverales noches con fragancia celestial, Almería se hace más nazarena y cofrade al participar en el “Quinto Evangelio” según la tradición de nuestra piedad popular almeriense.

La Cuaresma en Almería se exterioriza en sus calles y plazas por ese ir y venir de niños cogidos de la mano de sus abuelos, padres y madres con el antifaz debajo del brazo, mujeres y hombres con la vestimenta propia de los costaleros para llevar sobre sus cervicales y hombros las pesadas trabajaderas, igualás, ensayos y retranqueos de los costaleros en sus pasos; señoras adquiriendo la peina y el encaje brocado para engalanarse con la clásica mantilla española; escaparates con imágenes en miniatura de la Semana Santa; las casas de hermandad abiertas para recibir a los hermanos a contemplar de cerca los enseres que servirán para dignificar nuestros pasos, carteles de cultos con triduos, quinarios, septenarios y funciones principales, protestaciones de la fe,  presentación de carteles de Semana Santa, y un sin fin de excelentes pregones, conciertos de marchas procesionales, el tararear de cofrades y capillitas conforme andan por las calles decimonónicas del centro de la ciudad, la abstinencia de comer carne los viernes de Cuaresma, y el ayuno y abstinencia del miércoles de Ceniza y Viernes Santo; las torrijas, pestiños, leche frita y arroz con leche, tras un rebozado bacalao; los Vía Crucis en todos los barrios de la ciudad con sus catorce Estaciones rememorando la Pasión y Muerte de Cristo, y muy especialmente, la subida al Cerro de San Cristóbal; traslados de Imágenes Sagradas a sus templos para preparar sus Estaciones de Penitencia; recibimiento de los penitentes del Sacramento de la reconciliación, del perdón de nuestros pecados a través de nuestros Directores espirituales revestidos con sotana y estola morada en las sedes canónicas; retiros espirituales, meditaciones y encuentros; Misa Crismal, Triduo Pascual;  el duende de las saetas en las peñas flamencas haciéndose el cante oración; el ornato de nuestras calles para adecentarlas para el transitar de las Hermandades, cientos de páginas en Internet y medios de comunicación social reflejando los innumerables cultos litúrgicos, etc., etc., etc., la fe se hace cultura durante todo el año, y muy especialmente, durante la Cuaresma y la Semana Santa.

Almería, todos los años, arrima el hombro con pasión, y todavía hay muchos incrédulos de mala fe que confunden las “churras con las merinas”, y consideran que es un espectáculo sin más, y si, si que es un espectáculo, pero un Divino espectáculo de oración, piedad y penitencia, en el que se hace realidad el sueño más providencial que un cofrade puede tener, la presencia del Señor de la Vida y la Esperanza y los Dolores de su Santísima Madre en bellísimas y dulcísimas imágenes barrocas, que nos adentran de lleno en el Jerusalén almeriense desde el Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección.

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