José Fernández
Periodista
Asistía hace un par de días a la entrega de unas viviendas sociales en el Puche a familias gitanas y magrebíes, que recibían con ilusión y palmas las llaves de sus nuevas y bien acondicionadas casas. A la finalización del acto, la consejera de Vivienda de la Junta, Josefina Cruz, decía que para conseguir una integración más real y efectiva de estas familias en la sociedad era necesario que asumieran su cuota de responsabilidad no sólo en el cuidado de las casas y su entorno, sino también en algo más. Es decir, que las familias pagarían un alquiler. Simbólico, sí, pero que lo pagarían.
Creo que se trata de una medida muy acertada pues la gente en nada valora lo que nada cuesta. Sin embargo, la entrega de estas viviendas venía a coincidir con la puesta en marcha de la entrega de facturas no pagables a los usuarios del Servicio Andaluz de Salud. Puedo entender la intención de la Junta con esta medida, pero no creo en su utilidad. Creo que resulta más efectivo el hecho de pagar una cantidad simbólica que informar al paciente de que la artroscopia que le acaban de practicar le hubiera salido por tres mil euros. Por desgracia, las acciones que las diferentes administraciones realizan “gratis total” suelen ser interpretadas como “gratis tontal” o una invitación al desparrame. Y eso va desde el uso injustificado de los servicios de Urgencias hasta la desaparición de las bandejas de canapés en los cáterings. Hasta que no aprendamos a trazar esa frontera, mejor un precio simbólico que un despilfarro. Claro que a eso han contribuido declaraciones históricas como aquello de que “el dinero público no es de nadie”. Y claro, así nos va.
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