Cristóbal García Muñoz
Al parecer, cuando los de mi edad íbamos a misa y rezábamos aquello de “por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa” en realidad lo que queríamos decir era “pase lo que pase … la iglesia no tiene culpa”. Ahora resulta, según el Obispado, que la culpa es de que unos gamberros muy creativos hayan profanado el templo de la Iglesia de Las Salinas, y lo que al parecer para el Obispado es aún peor, se hayan enterado los medios de comunicación, es de los infieles que llevamos denunciando el deterioro de la Iglesia desde el año 2007.
Porque, queridos amigos, este deterioro de la Iglesia no es de ahora, es de hace años, y desde hace años también se puso en conocimiento del Obispado.
Pero en los últimos meses, conforme la polémica ha ido creciendo y la presión mediática se hace cada vez más latente, resulta que el Obispado responde a las preguntas como si hace unos días que se hubiese enterado de que el estado de “su” Iglesia de Las Salinas es lamentable. Vienen ahora noticias del mismo Obispado diciendo que ellos ya habrían empezado las obras, pero es que resulta que Medio Ambiente no les habia dado el permiso, un permiso que solicitaron hace un par de semanas y que debieron solicitar en el 2007.
Y es que no hay nada como decirles a otros lo pecadores y culpables que son. Así que toca decir que la culpa de que hayan profanado el templo es de los vecinos, las asociaciones y todo aquel que se le ocurra denunciar el deterioro de la Iglesia. Parece ser que lo que hay que hacer es callarse y esperar a que se caiga, y una vez destruido este icono del Parque Natural ya habrá tiempo de que algún vicario u obispo diga que la culpa es… qué sé yo… del cambio climático.
Pero no nos engañemos, la culpa de que la Iglesia de Las Salinas se esté viniendo abajo es del Obispado, pero la culpa de que no esté ya en obras es de la blandez con que los medios de comunicacion tratan el tema y tambien de que a todos los que amamos el Parque Natural Cabo de Gata-Nijar se nos encogen las pelotas cuando se trata de la Iglesia, y perdon por la expresion.
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