Carlos Sánchez
Presidente de Nuevas Generaciones de Almería
Ayer mañana los almerienses tuvimos el gran honor de recibir en nuestra provincia a Gaspar Zarrías, ex-consejero de la Junta y actual Secretario de Estado en el Ministerio de Chaves que no se muy bien a qué se dedica. Este hombre, que se quitó el bigote para despistar, es aquel parlamentario de antaño que demostró tener una gran habilidad física, ya que un fotógrafo lo “cazó” votando con dos manos y pies en el Parlamento andaluz. Pues como eso, todo.
El caso es que el buen hombre ha recibido una sonora pitada cuando ha llegado a la Diputación Provincial, al tiempo que recibía cariñosos elogios de los trabajadores públicos y consignas futboleras del tipo “pumba, pumba, pumba, el cortijo se derrumba”. A él plin, porque duerme en pikolin. El pensará que el cortijo no se derrumba porque sus compañeros de hazañas (Chaves, Griñán, Moreno…) y él mismo han terminado con el cortijo en sí, dejando pobremente los cimientos. No les ha bastado con vivir de la Junta durante 30 años, sino que tenían que dejar desplumado el sistema y hacer ricos a sus amigos y familias, ERE que te ERE.
Al cortijo, como dicen los trabajadores públicos, le quedan dos salidas. O convertirlo en un solar, o levantarlo, con mucho trabajo, para ponerlo donde se merece y transformarlo en Gobierno. Porque la Junta no puede ser un cortijo sino un Gobierno. Eso es lo que ellos no conciben.
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