Si Griñán reflexionase

Javier Salvador
Director de Teleprensa

Si José Antonio Griñán hiciese un alto en el camino y reflexionase se daría cuenta de que ha cometido enormes errores de bulto, pero no, no lo hará porque en su posición es muy difícil entender que se puede meter la pata. Es decir, si tienes a tu alrededor gente que constantemente te dice que eres una especie de superhombre que todo lo hace no bien, sino de manera brillante, nunca entenderá que la imagen que proyecta hacia el exterior es la de un hombre desencajado, a quien se le empieza a ver fuera de lugar y que su principal valor, que era ser un hombre cercano a Chaves que iba a mantener su legado en Andalucía, se disipó con los primeros arrebatos de aquel congreso regional.

Sí, lo quiera ver o no, la gente que le apoyaba y los socialistas de carné sobre todo lloran por las esquinas ahora como no lo hicieron cuando debieron por la pérdida de Manuel Chaves. Y podría tener cosas buenas y malas el anterior presidente, pero lo que nunca le podrán achacar es que, ya no el PP, sino el mismísimo Javier Arenas, le sacara nada menos que diez o catorce puntos -ya he perdido la cuenta- en unas encuestas a pocos meses de unas elecciones.

Esto de internet tiene sus cosas, y por ejemplo, ahora se comentan más en los foros de periodistas los actos que suspenden Griñán, Moreno, Recio u otros, que los que realmente llegan a ejecutar. ¿Injusto? Pues puede que sí, pero la realidad palpable es que la crisis de gobierno tiene tintes de desastre y que la gestión hecha con el caso de los ERE no se va a solucionar hasta que caigan uno o dos consejeros, porque ese es el precio que tendrá que pagar si no tiene la generosidad de lanzar un discurso del tipo: “He llegado al convencimiento de que hoy, y, en las actuales circunstancias, mi marcha es más beneficiosa para Andalucía que mi permanencia en la presidencia. Me voy, pues, sin que nadie me lo haya pedido, desoyendo la petición y las presiones con las que se me ha instado a permanecer en mi puesto, con el convencimiento de que este comportamiento, por poco comprensible que pueda parecer a primera vista, es el que creo que mi patria me exige en este momento”.

Y podría continuar con algo así:

“Por encima de mi propia creencia de que puedo ser un buen presidente, y pese a tener la conciencia tranquila porque todo lo que he hecho ha sido en beneficio de los andaluces, nunca podría admitir como socialista ser yo el motivo por el que la derecha llegue a gobernar en Andalucía. Por ello he decidido marcharme y dejar que sean otros los que, con mi ayuda, devuelvan esa confianza a los andaluces que durante 30 años ha sido inquebrantable…”.

Pero ese discurso no lo vamos a escuchar, y sí, la primera parte es del mensaje de dimisión de Adolfo Suárez. Eran otros políticos y otros tiempos.

Ahora bien, el hecho de que se antepongan a la realidad otros intereses que no sean los del propio Partido Socialista Obrero Español en esta crisis, ya no sólo abren la puerta a un más que posible gobierno del Partido Popular en Andalucía, sino a una más que posible crisis interna que llevará a varios años de purgatorio.

En todo este embrollo en el que algunos dicen que hay tiempo suficiente para remontar a partir del 22M, tenemos a los que miran hacia Madrid diciendo que todo lo malo viene de allí, y que hasta la nominación de Rubalcaba será un problema porque los catalanes quieren poner a Chacón como sucesora de Zapatero. Pero partiendo de que a Chacón le faltan aún ocho años de hervor, y no digo que no pueda llegar a ser una extraordinaria presidenta del Gobierno de España en un futuro, la realidad es que las encuestas con un enfrentamiento Zapatero/ Rajoy dan casi catorce puntos de diferencia. Y con Rubalcaba en la misma encuesta, y pese a la que cae, sólo habría 3 puntos de esa misma diferencia.

Ahora tenemos que llevarnos ese escenario a Andalucía, tierra en la que el PSOE no se ha caído de las consultas previas a las elecciones en 30 años, y mucho menos con Javier Arenas al frente. Está claro que con Griñán la diferencia pasa de la mayoría absoluta de los socialistas a la de los populares, y también está claro que con Chaves eso no pasó nunca y que el ahora vicepresidente no va a volver, pero de ahí a dar por sentado que no exista nadie que pueda poner en valor su legado es dar muchas cosas por seguras o, dicho de otra manera, una forma desleal de tirar la toalla antes de tiempo.

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