Diego Asensio
Secretario General del PSOE y Senador
Como es sabido, a partir de hoy la velocidad máxima en todas las autopistas y autovías españolas pasa de 120 kilómetros por hora a 110. Es una medida excepcional, transitoria y necesaria para impulsar el ahorro energético y evitar que nuestra recuperación económica se vea comprometida por culpa del aumento en el precio del petróleo. La realidad es tozuda: España no dispone de petróleo, hemos de comprarlo fuera, y como consecuencia de la situación de inestabilidad que se vive en algunos países del norte de África hoy pagamos por cada barril veinte euros más de lo que pagábamos el año pasado (ochenta en lugar de sesenta). De mantenerse este precio durante el 2011, el sobrecoste en la factura energética sería de doce mil millones de euros. Es decir, si ahora mirásemos para otro lado todo el esfuerzo de austeridad que llevamos invertido para salir de la crisis habría sido inútil: lo que hemos ahorrado con no poco sacrificio se nos iría en pagar el sobre precio del petróleo.
Naturalmente, esta reducción temporal de la velocidad máxima permitida no es la única medida aprobada por el Gobierno para que gastemos entre todos menos combustible, pero es la que más juego ha dado a los valedores del no a todo. Y es que tampoco le parece bien al PP que se ahorre energía, y eso que son expertos en esta materia: no se recuerda ningún partido político que haya invertido menos en ayudar a su país en una situación de dificultad.
El Gobierno también ha aprobado una rebaja en el precio de los billetes y de los abonos de RENFE para media distancia y cercanías, así como elevar al siete por ciento el porcentaje de biodiesel en nuestras gasolinas y gasóleos, lo que supone un ahorro adicional de dos millones de barriles de petróleo al año, y contempla otras que habrá de adoptar de común acuerdo con comunidades autónomas y ayuntamientos. Ahora bien, de estas otras medidas no se ha hablado tanto porque, al parecer, no favorecen ese titular campanudo al que nos tiene acostumbrados la derecha, esa reacción desmesurada e irreflexiva que consiste en responder cualquier barbaridad que se les pase por la cabeza en la creencia de que siempre queda algo. En este caso, sus razones para oponerse a pasar temporalmente de 120 kilómetros por hora a 110 es que se trata “de una medida soviética”. Dejando a un lado que hablamos de un límite de velocidad que no les es desconocido a países tan poco “soviéticos” como Suecia o Estados Unidos, nos encontramos con que el PP entiende que la diferencia entre democracia y dictadura es de diez kilómetros por hora. Sin duda les ha faltado algo más de tiempo para madurar la idea.
La medida durará lo que dure la inestabilidad en el norte de África. En este caso, lo que debemos valorar sobre todo no son tanto las medidas coyunturales, que, lejos de ser improvisadas, se ajustan a la normativa de emergencia establecida por la Agencia Internacional de la Energía, sino los compromisos estables, como el que nuestro Gobierno adquirió desde un principio con las políticas públicas que fomentan el ahorro de energía y con el crecimiento de fuentes renovables. Todo ello ha sido marca de identidad de este Gobierno, y se ha logrado que hoy nuestro autoabastecimiento energético sea considerablemente superior al del año 2004. Por lo demás, bueno, quizá durante unos meses necesitaremos un poco más de tiempo para cubrir largas distancias, pero a cambio no nos costará tanto como podría costarnos.
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