Buena Semana Santa en el levante almeriense

Agustín de J. Muñoz Soler
Comentarista político

Suele hacerse, aunque sea mentalmente, un balance de una estancia y mucho más si ha sido en la tierra que a uno le vio nacer y crecer, lo que cada rincón contiene un pasaje de nuestras vidas. E esto es lo que me ocurre a mi cada vez que disfruto de unos días en el Levante Almeriense, especialmente en épocas vacacionales porque supone un lugar de encuentro.

Si la afluencia de turistas al Levante Almeriense es proporcional al grado de crisis económica que padecemos, podríamos deducir ahora que realmente se está constatando un 'brote verde' frondoso que permite intuir que se está viendo el final a este bache. Porque, a buen seguro, estarán de acuerdo conmigo la mayoría de los hoteleros y hosteleros de la zona que  ha sido una semanita bien aprovechada a tenor de la asistencia de clientela que han tenido la práctica totalidad, que se han visto obligados a reforzar el servicio para poder atender a la masiva clientela que ha afluido. Así mismo los aparcamientos y espacios diáfanos han estado ocupados totalmente para regocijo de todos.

Garrucha en particular vivió un Jueves Santo aciago desde mi punto de vista, en el doble sentido de ver como regresaba a su templo la procesión que acababa de salir por mor de un inoportuno chaparrón que hizo coger los paraguas a los más previsores y refugiarse a los que esperábamos que finalmente no cayeran esas gotas de agua de considerable volumen, en su intensidad como duración es lo que vulgarmente atribuyen 'para fastidiar'.

Y tanto que fastidió porque es un hábito comúnmente aceptado el disfrute culinario tras los desfiles procesionales y alargar el día vacacional tomando una 'copa' en lugar apropiado, que en los pueblos no hay tanto para elegir pero, como en todos los lugares, alguna sala de copas o pub se alza con el protagonismo y en Garrucha exactamente suele ser emblemático, como a bien puede presumir de ello tanto por el tiempo como por haberse erigido como referencia de la que ya suelen llamar 'Garrucha la nuit' o 'La noche garruchera' como he visto denominada en alguna publicidad con sumo acierto, a mi modestito entender.

El sentido común, el desconocimiento también, me indica que fue la lluvia caída quien estuvo a punto de provocar una noche trágica en Garrucha y que la fortuna, es justamente lo que me impacta,  hizo pasar desapercibido, como fue la caída estrepitosa de un techo en su más amplia dimensión que  pude oler, ver y casi tocar. Frente a la conciencia de la dimensión del acontecimiento, desde luego una vivencia excepcional, me llamó la atención el grado de inafectación que provocó un hecho tan excepcional como el reseñado. 'Doctores  tiene la Iglesia'.

He obviado intencionadamente lo político, pese a que no ha quedado en el olvido y el momento en el que nos hallamos se ha hecho presente, si bien es cierto que el fervor religioso característico en la sociedad española se ha alzado con el protagonismo, pese al falso laicismo existente que pudiere deberse más a una postura eclesiástica que a una conciencia personal. Sinceramente, observo con cierto regocijo la situación política ante el 22-M en Garrucha y Mojácar que es donde he tenido una implicación a lo largo de esta Legislatura Municipal que ha tocado a su fin.

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