Antonio Lao
Director de Diario de Almería
No hay problemas por resolver y atender en la Diputación de Almería que ahora desde el Observatorio de la Laicidad se propone retirar el crucifijo que preside el salón de Plenos de la Corporación Provincial, e Izquierda Unida hace suya la propueta asegurando, ahí es nada, que "su presencia somete a los diputados y a los trabajadores". La Constitución Española recoge en su artículo 16.3 que "ninguna confesión tendrá carácter estatal y son los poderes públicos los que tendrán en cuenta las creencias de los españoles". Bajo ese prisma parece que la petición del diputado de IU es de lo más razonable, incluso podría entenderse que hace años que el crucifijo debía haberse retirado. Pero no es esa la cuestión. La Diputación está para resolver los problemas de los pueblos, que son muchos; para atender las necesidades de miles de vecinos que, por ejemplo, no disponen de agua o necesitan ayuda en servicios sociales.
Hasta ahora el señor diputado de IU no ha tenido ningún problema en ir a los plenos y, ni se le había pasado por la cabeza "esa gran cuestión". Ha tenido que llegar la polémica con las capillas de las universidades para volver al pasado, a los tiempos de la República, en la que algunos no tenían otra cosa que hacer -y mira que había necesidades- que buscar el enfrentamiento entre religiones,entre creyentes y ateos, para profundizar en las diferencias y no en aquello que nos une.
Lo del martes en la Diputación no es más que un "esperpento más" de los muchos que esa sagrada casa ha padecido en los últimos años, en los que unos diputados alejados de la realidad que los ciudadanos viven, sin importarle más allá que un titular en los medios de comunicación o la palmada en la espalda del jefe superior, sólo pretenden mantener las prebendas, los cargos y los asesores. Una pena.
Es hora de darle la vuelta a una situación que se enquista, de alejarnos de aquellos que no son capaces de solucionar los problemas de los vecinos y sí de crear diferencias entre los que los rodean. La política es algo más serio, más honesto y, sobre todo, más cercana para la solución de las mil y una necesidades que aún tenemos.
(Diario de Almería)
Hasta ahora el señor diputado de IU no ha tenido ningún problema en ir a los plenos y, ni se le había pasado por la cabeza "esa gran cuestión". Ha tenido que llegar la polémica con las capillas de las universidades para volver al pasado, a los tiempos de la República, en la que algunos no tenían otra cosa que hacer -y mira que había necesidades- que buscar el enfrentamiento entre religiones,entre creyentes y ateos, para profundizar en las diferencias y no en aquello que nos une.
Lo del martes en la Diputación no es más que un "esperpento más" de los muchos que esa sagrada casa ha padecido en los últimos años, en los que unos diputados alejados de la realidad que los ciudadanos viven, sin importarle más allá que un titular en los medios de comunicación o la palmada en la espalda del jefe superior, sólo pretenden mantener las prebendas, los cargos y los asesores. Una pena.
Es hora de darle la vuelta a una situación que se enquista, de alejarnos de aquellos que no son capaces de solucionar los problemas de los vecinos y sí de crear diferencias entre los que los rodean. La política es algo más serio, más honesto y, sobre todo, más cercana para la solución de las mil y una necesidades que aún tenemos.
(Diario de Almería)
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