El debate sobre la austeridad

Manuel Recio
Consejero de Empleo de la Junta de Andalucía

Nací en el seno de una familia humilde de un barrio obrero de Madrid. Recuerdo que, en ocasiones, en alguna sobremesa familiar, al ver los lujos con los que vivían algunas personas, se suscitaba la conversación con el eterno sueño del “si yo fuera rico…”. ¿Quién no lo ha hecho alguna vez, verdad?

Un aspecto que invariablemente aparecía en esas conversaciones era la relación entre dinero y felicidad, y acababa con el acuerdo casi unánime de que lo más importante era la salud. Uno de esos días, mi abuelo paterno, al vernos con la mirada perdida, entre la melancolía y la frustración del sueño imposible, nos dijo una frase que me ha acompañado toda mi vida: “la economía mal entendida es el principio de la miseria”.

Me imagino que el autor de esa frase no fue él, pero me ha acompañado, tanto en mi faceta personal como en las responsabilidades profesionales y políticas que he desempeñado hasta la fecha. Creo que la magia de su significado es clara: importa tanto la cuantía de los recursos de los que dispones, como la administración que haces de los mismos. No se trata sólo de gastar más o menos sino, sobre todo, de saber gastar.

Si la sociedad global hubiera tenido el consejo de mi abuelo en cuenta, quizás la crisis que padecemos desde hace dos años largos, no habría tenido consecuencias tan catastróficas. Pero creo que, aunque debemos aprender de nuestro pasado, es mejor pensar en nuestro futuro de forma positiva.

Ayer os pedí, en mi muro de Facebook que me dierais vuestras opiniones sobre si la austeridad era la mejor receta para salir de la crisis. Casi todos coincidís en que la austeridad es importante. La buena administración de los recursos es fundamental, tanto públicos como privados. Coincido con vuestras aportaciones.
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Imagen de parte de los comentarios en mi muro

Pero hay un tema que me preocupa: Que esta situación sea aprovechada por quienes piensan que lo público se debe reducir a la mínima expresión en beneficio de lo privado. Y que bajo este acuerdo, casi colectivo de la necesaria austeridad, se esconda un recorte o una privatización del estado del bienestar: salud, educación, pensiones, dependencia.

Mantengo la tesis de que hay grupos interesados en los pingües beneficios que conllevaría la privatización de la salud, de la educación o de las pensiones públicas.

Cualquier apuesta de futuro debe basarse en principios como la igualdad y la sostenibilidad. Y los últimos 20 años han sido de retroceso en estos dos aspectos fundamentales: somos más desiguales y menos sostenibles. Esto requiere una reorientación desde lo público y desde lo privado.

No se trata sólo de gastar menos, que evidentemente tendrá que ser así por los excesos cometidos, sino que se trata de invertir mejor en aquello que sea más importante para nuestro futuro. Un futuro que tendrá que estar dirigido por la necesaria innovación que nos lleve a un mundo más igualitario y más sostenible.

Porque no todo el mundo comparte estos principios. Hay quien piensa en un progreso marcado por trabajar más y cobrar menos, en el que muchos de los servicios del estado del bienestar están mejor privatizados, y la mejor política social y de igualdad es la de tener un trabajo. Para mi esto sería retroceder, no progresar.

Porque no todos soñamos con ser ricos. Algunos ya lo son y quieren serlo más. A ellos, la igualdad y la sostenibilidad no les ayudan a cumplir sus sueños.

1 comentario:

  1. Anónimo2/4/11 15:36

    Pues anda que has llevado a la practica la frasecita de tu abuelo:la economia mal entendida es el principio de la miseria.Con cursos de pinche de cocina en Macael y de jardineros en Purchena la economia Andaluza se vera inmersa en la miseria,gracias a tu gestion como consejero de empleo.

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