El hijo de Arenas

Marcial Vázquez
Comentarista político

“A menudo los hijos se nos parecen y así nos dan la primera satisfacción…” Sin lugar a dudas esta canción de Serrat es una de mis favoritas. Y lo es a pesar de que yo no soy padre, y seguramente nunca lo seré. Sin embargo no es necesario llegar a ciertos estados biológicos para comprender lo que implica un sentimiento y compartir esos temores que siempre encierra toda relación afectiva y no digamos ya si es paternal.

De Javier Arenas, a estas alturas, no debe sorprendernos nada, porque políticamente ya ha demostrado, desde hace muchos años además, que es lo peor que le ha podido pasar al PP de Andalucía, y por extensión a la sociedad andaluza. Arenas no solamente ha conseguido ser el político que más elecciones ha perdido en nuestra democracia, sino la persona que ha convertido a su partido en un apéndice más de su ambiciosa como espuria carrera política, que, lejos de ser colmada durante su estancia en Madrid, le provocó nuevos espasmos despóticos con los que regresar a Andalucía para darle otra vuelta de tuerca más a las urnas de San Telmo a ver si así podría llegar a sonar la flauta. Ya nadie le recuerda que dijo que se iría cuando Aznar se marchase por la sencilla razón de que la palabra arenil deja de tener valor en cuanto se le conoce, y a ti Javier, a estas alturas, ya te conocemos todos.

Diste por amortizada a Teófila después de perder dos elecciones. Las mismas que tú por entonces. Sin embargo, ahora que llevas tres derrotas no te das a ti mismo por amortizado. Para esto no te quedó más remedio que barrer todo el PP andaluz de gente próxima a la alcaldesa de Cádiz y volver a llenar el partido de inútiles y mediocres acreditados donde todo mérito es la sumisión a tu moreno perenne. Pero, lejos de quedarte aquí, tú fuiste uno de los principales culpables de que Mariano Rajoy no hiciese lo que cualquier persona decente hubiese hecho después de perder en el 2008: irse a su casa. Le hiciste creer lo mismo que, por lo que parece, tú te aplicas a ti mismo: que sois imprescindibles para que el PP siga existiendo y para que los españoles y andaluces puedan ser justamente gobernados algún día. Que luego todas las encuestas dejen patente que ni los españoles ni los andaluces os quieren, eso da igual, porque tenéis la vergüenza tan adormecida que además predicáis que sois los salvadores de todas las realidades nacionales de España.

Y por si esto no fuera poco, no solamente has demostrado tu escasa talla política, sino que también te has adentrado en esta legislatura en el peligroso terreno de enseñarnos a todos tu catadura moral: primero, te aprovechaste de un padre hundido en su dolor por el recuerdo del asesinato de su hija; y ahora buscas derrotar en la prensa a quien no pudiste derrotar en las urnas a través de su parte más débil: la figura de sus hijos.

Habéis fabricado dos montajes sobre hija e hijo de Chaves que poco se ajusta a la realidad, pero que os sirve para adoctrinar a esos sectarios ciudadanos que entran en éxtasis cuando hablan en cualquier tertulia de bar de cómo el PSOE está lleno de enchufados y de hijos aprovechados mientras olvidan que en su partido, en el PP, está encarnado el ejemplo más hiriente y escandaloso de tráfico de influencia política: Ana Botella. Por no empezar a contar con detalles y ejemplos la cantidad de casos de familiares, parientes, primos y amigos íntimos, que han sido colocados y se han beneficiado inmoralmente de los cargos y posiciones de muchos dirigentes del Partido Popular.

Hace pocas noches, como padezco insomnio, estaba viendo un capítulo de una de mis series favoritas, Blue Bloods. Trata de una familia de policías de Nueva York. Y me acordé de mi padre. Y entendí que quizás yo le fallé hace algunos años. Mi abuelo fue Guardia Civil. Él también lo es, pero yo no he querido serlo, y sé que le hacía mucha ilusión. Tal vez escogí un camino mucho más difícil, pero que en el fondo también busca mejorar la sociedad desde mi rincón: una columna de un periódico donde ayudar a comprender a quien me lea la complejidad política de nuestra sociedad. Por esto mismo, y por si da la casualidad de que mi amigo Arenas lee este artículo, no te olvides nunca, Javier, de que tú también eres padre y que quizás un día tus hijos te piden que les ayudes a salir adelante en un mundo tan difícil. ¿Qué les vas a decir entonces? A lo mejor te acuerdas de Paula Chaves o de Iván y les dices: lo siento, hijos míos, pero aunque lo que me pedís no es ilegal, yo no puedo hacer ahora lo mismo que en su día hizo otro padre y por lo que yo intenté destruirle.

2 comentarios:

  1. Tu no te pareces a tu padre, que es una excelente persona. A ver sí adelgaza tu amigo.

    ResponderEliminar
  2. jose luis16/4/11 16:39

    Si, sin duda.
    pero justificar a unos hijos con otros hijos, de otro, claro; pues no me parece lo más sabio.

    a este ritmo buen político el que no los tenga y peor cuantos más vástagos hubiera traído al mundo.

    ResponderEliminar