David Uclés
Director del Instituto de Estudios de Fundación Cajamar
La esencia de la teoría de la evolución es que las especies cambian, a veces poco a poco, a veces de forma rápida, pero siempre buscando formas de adaptarse al medio en que se desarrollan. No hay una finalidad en el proceso, de hecho el azar tiene mucho que ver, y algunas de las soluciones que la naturaleza propone sólo son fruto de la suerte y no de la existencia de un plan divino que guíe su mano.
En los mercados, al menos en los mercados en los que hay un mínimo de competencia, los agentes se comportan como entes adaptativos, que buscan su satisfacción dentro de los límites que establece ese particular ecosistema. En el hábitat de nuestra querida Expo Agro muchas cosas han cambiado en los últimos años. Pero hay dos sucesos que explican casi por si mismos el estado de indefinición actual de la feria hortofrutícola. El primero de ellos tiene que ver con la internacionalización (léase si se quiere globalización) y el particular éxito de los productos almerienses en los mercados exteriores. Ello ha provocado que el producto busque su protagonismo fuera de Almería, allí donde acuden los grandes compradores y se cierran los acuerdos de campaña. Es decir, Berlín y su FruitLogística. Pero también ha favorecido la aparición de la feria madrileña Fruit Atraction que se beneficia de la centralidad madrileña y de sus posibilidades de comunicación tanto con el extranjero como con el resto de España.
En este hábitat, como venimos contando, Expo Agro tiene muy poco que hacer. En términos biológicos diríamos que el nicho ecológico de la feria ha sido colonizado por otras especies mucho mejor adaptadas al nuevo entorno global.
El segundo factor que ha contribuido al decaimiento de la cita comercial ha sido el incremento de la competencia en el mercado de los productos y servicios al agricultor, de forma que las novedades ya no pueden esperar a la Expo para su presentación. El campo almeriense fagocita las novedades según se producen, sobre todo si éstas van encaminadas a mejorar la productividad o a reducir los costes de producción. Por tanto, ya no es necesaria una cita anual en la que se presenten las novedades de la campaña, perdiendo el encuentro roquetero su potencial como lugar de lanzamiento de las innovaciones.
Volviendo al símil evolutivo, el nicho ecológico de la feria almeriense se ha visto enormemente reducido. Y, para colmo de males, la competencia madrileña fijó su cita demasiado cerca de la almeriense, obligando a ésta última a reubicarse nuevamente en el calendario.
¿Significa esto el final de Expo Agro? No necesariamente. A diferencia de la evolución natural, en los mercados no es necesario esperar el transcurso de las generaciones ni el advenimiento de una mutación azarosa que nos provea de una ventaja evolutiva. En los mercados, el elemento mutágeno son las decisiones. Y éstas se pueden tomar en pocas horas. Expo Agro es una feria, lo que quiere decir que es un lugar de encuentro entre compradores y vendedores. Contamos con la ventaja de que en muy pocos kilómetros concentramos un enorme poder productivo y un creciente clúster de actividades relacionadas. Por tanto, la materia prima está disponible. Hay que lograr movilizar a unos y otros para que se encuentren en la feria y se cierren acuerdos comerciales. Es, por tanto bastante lógico que el sector de la industria y los servicios auxiliares de la agricultura se convierta en el corazón del encuentro, por encima del propio producto, que tiene otros escaparates más eficientes en los que mostrarse. Debería ser también un lugar de referencia para los profesionales de la asesoría agronómica y una visita obligada para los agricultores. Incluso, podría ser un escaparate (como lo es desde hace muchos años) del conjunto del sistema productivo.
A mi modo de ver (el mío) Expo Agro debe volver a concentrarse en el mercado local de bienes y servicios para la agricultura de invernadero, abriéndose a las tendencias del mercado (productos ecológicos y control biológico), favoreciendo el intercambio de conocimientos entre los expertos del sistema y sirviendo de escaparate no tanto de los productos, sino del modelo productivo (insisto, el producto tiene mejores escaparates en los que mostrarse).
Expo Agro se enfrenta a uno de sus peores momentos, con una crisis económica general, con su nicho de mercado colonizado y con la institución que la organiza (la Cámara de Comercio) herida casi de muerte. No va a ser sencillo, y se va a necesitar la participación de otras instituciones para relanzarla (tal vez sea el momento de una Institución Ferial), pero siendo como es hija de este campo, no me cabe la menor duda que sabrá adaptarse a las circunstancias y volver a ser el punto de encuentro que fue.
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