Javier Salvador
Director de Teleprensa
Hace unos meses veíamos a CSIF, el sindicato que digamos está más pegado políticamente al PP, al igual que CC.OO a IU y UGT al PSOE -que aquí no se libra nadie-, poniendo de moda las concentraciones en los actos de cualquier consejero de la Junta de Andalucía como medida de presión. Se intuía que detrás de esas movilizaciones había mucho más que un interés sindical, pero todo terminó cuando comenzaron las contramanifestaciones y, liberados o no, todos entendieron que esa no era realmente su guerra, porque al fin y al cabo a lo que había llevado esa situación era al enfrentamiento entre trabajadores. Triste pero cierto, y hasta ahí pueden llegar las manipulaciones.
Ahora se ha producido en Almería un hecho hasta cierto punto insólito, porque el gesto significa mucho más que una mera protesta. En presencia de Javier Arenas y de Maria Dolores de Cospedal, en el que hasta ahora era el feudo de los feudos, en Roquetas de Mar, un grupo de manifestantes abuchearon a Gabriel Amat, alcalde de la localidad y presidente del Partido Popular.
Protestaban los afectados por la reparcelación de Las Salinas, una operación urbanística que nació viciada y que terminará en escándalo, porque si al principio se quería hasta modificar el dominio público, al final se compensó con un reparto en el que, casualidades de la vida, los propietarios del suelo que aún están en cultivo, los que se ganan la vida en el lugar y con ello mantienen a sus familias, vieron como se convertían en los perjudicados y, además, en favor de empresas inmobiliarias en las que no faltan relaciones y conexiones que dicen que investiga un órgano judicial centrado en esto de la corrupción. Y no me extrañaría, en absoluto.
Hasta ahora Amat era intocable, generaba más miedo que respeto por sus relaciones con gente imputada en operaciones policiales tan oscuras como el Caso Malaya, pero parece que de la noche a la mañana ha desaparecido el miedo y el mal interpretado respeto. Y muchos podrán decir que la pérdida del respeto es algo que no debe suceder, y estoy con ellos, pero no confundamos el respeto con otras cosas, porque el respeto se gana, no se impone ni se compra.
Gabriel Amat salió, por primera vez, por la puerta de atrás. Sabe que no puede callar a los afectados, que ha traspasado una línea a la que nunca debió ni tan siquiera acercarse. Y esto es como las revoluciones en los países árabes, no cambia hasta que sale de escena el causante del mal.
Ahora se ha producido en Almería un hecho hasta cierto punto insólito, porque el gesto significa mucho más que una mera protesta. En presencia de Javier Arenas y de Maria Dolores de Cospedal, en el que hasta ahora era el feudo de los feudos, en Roquetas de Mar, un grupo de manifestantes abuchearon a Gabriel Amat, alcalde de la localidad y presidente del Partido Popular.
Protestaban los afectados por la reparcelación de Las Salinas, una operación urbanística que nació viciada y que terminará en escándalo, porque si al principio se quería hasta modificar el dominio público, al final se compensó con un reparto en el que, casualidades de la vida, los propietarios del suelo que aún están en cultivo, los que se ganan la vida en el lugar y con ello mantienen a sus familias, vieron como se convertían en los perjudicados y, además, en favor de empresas inmobiliarias en las que no faltan relaciones y conexiones que dicen que investiga un órgano judicial centrado en esto de la corrupción. Y no me extrañaría, en absoluto.
Hasta ahora Amat era intocable, generaba más miedo que respeto por sus relaciones con gente imputada en operaciones policiales tan oscuras como el Caso Malaya, pero parece que de la noche a la mañana ha desaparecido el miedo y el mal interpretado respeto. Y muchos podrán decir que la pérdida del respeto es algo que no debe suceder, y estoy con ellos, pero no confundamos el respeto con otras cosas, porque el respeto se gana, no se impone ni se compra.
Gabriel Amat salió, por primera vez, por la puerta de atrás. Sabe que no puede callar a los afectados, que ha traspasado una línea a la que nunca debió ni tan siquiera acercarse. Y esto es como las revoluciones en los países árabes, no cambia hasta que sale de escena el causante del mal.
Por el momento, y para evitar llamadas al orden, ocultan los resultados de encuestas de última hora en las que se adelantan que pierde votos en Roquetas, y muchos, y que en otros lugares, como Adra o Níjar, bajan de manera espectacular. No cuentan que en Mojácar administran el día después a una más que posible pérdida de posición como partido más votado, y otras muchas cosas que suman pequeñas gotas que pueden provocar que dentro del PP también empiecen las pancartas, las protestas y las presiones para una renovación verdadera promovida por las bases.
Amat ha salido ya por la puerta de atrás y ha probado lo agrio que sabe, pero si no cambia, el municipal puede no ser el único escenario en el que tenga que buscar la puerta trasera. Y quizás una de las pruebas más tangibles de esa inestabilidad sea, precisamente, el tono y las formas que utiliza Francisco Amizián, concejal y hombre fuerte del acalde de Almería, Luis Rogelio Rodríguez Comendador, para dirigirse a él en una conversación mantenida entre el concejal -el mismo que fue condenado por un caso de alcoholemia sin que por ello se le exigiese su dimisión- y José Alemán, ex socio del alcalde de Almería, uno de los principales imputados en la Operación Poniente y, por lo que se deduce de esa conversación, muy conectado aún con la cúpula del PP.
Escuchen y luego decidan. Les aseguro que no tiene desperdicio y es, por lo que se ve, una de las conversaciones grabadas durante la Operación Poniente por la Policía. Copien y peguen esta dirección en su navegador y a escuchar, que mañana lo comentamos: http://www.youtube.com/watch?v=B-M_5vqD6i4.
Amat ha salido ya por la puerta de atrás y ha probado lo agrio que sabe, pero si no cambia, el municipal puede no ser el único escenario en el que tenga que buscar la puerta trasera. Y quizás una de las pruebas más tangibles de esa inestabilidad sea, precisamente, el tono y las formas que utiliza Francisco Amizián, concejal y hombre fuerte del acalde de Almería, Luis Rogelio Rodríguez Comendador, para dirigirse a él en una conversación mantenida entre el concejal -el mismo que fue condenado por un caso de alcoholemia sin que por ello se le exigiese su dimisión- y José Alemán, ex socio del alcalde de Almería, uno de los principales imputados en la Operación Poniente y, por lo que se deduce de esa conversación, muy conectado aún con la cúpula del PP.
Escuchen y luego decidan. Les aseguro que no tiene desperdicio y es, por lo que se ve, una de las conversaciones grabadas durante la Operación Poniente por la Policía. Copien y peguen esta dirección en su navegador y a escuchar, que mañana lo comentamos: http://www.youtube.com/watch?v=B-M_5vqD6i4.
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