Juan A. Segura Vizcaíno
Secretario de Relaciones Institucionales del PSOE
La negociación de la nueva Política Agraria Comunitaria (PAC), que estará vigente entre 2013 y 2020, sigue siendo un tema de debate restringido a los círculos exclusivamente agrarios, a pesar de que su aplicación tendrá consecuencias para todos los ciudadanos europeos, sean agricultores o no. La nueva PAC va a regular el funcionamiento de una actividad que en Europa desarrollan más de 12 millones de agricultores, pero no podemos olvidar que también estamos ante una política dirigida al conjunto de la sociedad: a los 500 millones de consumidores de Europa que precisan de alimentos sanos y seguros.
La seguridad alimentaria debe ser uno de los pilares de la nueva PAC, y no solamente en lo que respecta a la producción europea (algo en lo que se han dado pasos de gigante en los últimos años), sino fundamentalmente en las relaciones con terceros países. A estos países se les deben exigir los mismos requisitos que cumplen los miembros de la Unión Europea.
Actualmente los agricultores andaluces están sufriendo una competencia desleal con las producciones provenientes de países terceros, y el documento que se apruebe en Europa debe poner fin a esa situación. Nuestros agricultores generan el 10% del PIB andaluz. La actividad agraria es la principal fuente de empleo de más de la mitad de los municipios andaluces y representa el 12% del empleo de Andalucía. Necesitamos asegurar el futuro de nuestros agricultores. Por ello, es imprescindible introducir mejoras en la prevención de crisis, como una herramienta estructural.
Necesitamos avanzar en la creación de un Observatorio de Precios y Mercados, en línea con el contenido de la 'Declaración de Almería', el documento que firmaron la semana pasada los representantes de distintas regiones productoras francesas e italianas, junto a Murcia, Cataluña, Extremadura y Andalucía.
Como bien apunta esta Declaración, el futuro de nuestra agricultura pasa por intentar minimizar los efectos de las relaciones comerciales de la UE con otros países, promoviendo un control de fronteras por parte de la propia Unión, y no dejando esta tarea solamente en manos de los estados miembros. Nuestra agricultura ha demostrado ser altamente competitiva. De hecho, el agrícola es uno de los sectores que más aporta a la UE, aunque sólo recibe el 3,5% del presupuesto comunitario. No estamos pidiendo, por tanto, ayudas para mantener a un sector llamado a la desaparición, como algunos nos quieren hacer creer, sino apoyo para un sector estratégico para el futuro de Andalucía, de España y de la propia Unión Europea.
La seguridad alimentaria debe ser uno de los pilares de la nueva PAC, y no solamente en lo que respecta a la producción europea (algo en lo que se han dado pasos de gigante en los últimos años), sino fundamentalmente en las relaciones con terceros países. A estos países se les deben exigir los mismos requisitos que cumplen los miembros de la Unión Europea.
Actualmente los agricultores andaluces están sufriendo una competencia desleal con las producciones provenientes de países terceros, y el documento que se apruebe en Europa debe poner fin a esa situación. Nuestros agricultores generan el 10% del PIB andaluz. La actividad agraria es la principal fuente de empleo de más de la mitad de los municipios andaluces y representa el 12% del empleo de Andalucía. Necesitamos asegurar el futuro de nuestros agricultores. Por ello, es imprescindible introducir mejoras en la prevención de crisis, como una herramienta estructural.
Necesitamos avanzar en la creación de un Observatorio de Precios y Mercados, en línea con el contenido de la 'Declaración de Almería', el documento que firmaron la semana pasada los representantes de distintas regiones productoras francesas e italianas, junto a Murcia, Cataluña, Extremadura y Andalucía.
Como bien apunta esta Declaración, el futuro de nuestra agricultura pasa por intentar minimizar los efectos de las relaciones comerciales de la UE con otros países, promoviendo un control de fronteras por parte de la propia Unión, y no dejando esta tarea solamente en manos de los estados miembros. Nuestra agricultura ha demostrado ser altamente competitiva. De hecho, el agrícola es uno de los sectores que más aporta a la UE, aunque sólo recibe el 3,5% del presupuesto comunitario. No estamos pidiendo, por tanto, ayudas para mantener a un sector llamado a la desaparición, como algunos nos quieren hacer creer, sino apoyo para un sector estratégico para el futuro de Andalucía, de España y de la propia Unión Europea.
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