Pedro Mena Enciso
Profesor de Historia
Conocemos el problema pero no nos interesa concienciarnos porque supone un compromiso demasiado grande. La relación entre el cambio climático y los desastres naturales no es ningún misterio. A ciencia cierta sabemos que la emisión en exceso de determinados gases produce una alteración de la atmósfera mundial que da lugar a sequías e inundaciones muy graves. Sin embargo, reconocer que somos nosotros los principales responsables de tal situación no nos resulta tan evidente porque entonces nos sentimos obligados a tomar medidas. A escala mundial hay millones de refugiados a causa del cambio climático y justamente quienes sufren sus peores consecuencias son los que no han contribuido prácticamente en nada a éste. Precisamente por eso a los que sí contribuimos al calentamiento global parece que no nos interesa concienciarnos y probablemente no actuemos con firmeza hasta que los desastres ecológicos se nos vengan encima. Pero, ¿por qué? Quizá porque nos cuesta demasiado ponernos de acuerdo, quizá porque acostumbramos sólo a mirar por nosotros mismos, lo que convierte en auténticas quimeras el enfoque global y el compromiso que exigen temas tales como el medioambiente o el aumento de las desigualdades en el mundo.
El cambio climático es un problema a tratar a escala global, ¿dificulta esto su solución o bien hemos de acostumbrarnos ya a que en el actual orden mundial hay temas que necesitan del consenso internacional?, ¿Dónde está el límite de los intereses de cada Estado y de cada persona? Vivimos en un mundo muy globalizado en el que cada uno mira sólo por sí mismo. Cuando uno escucha o lee determinadas noticias, no puede evitar desear que existiera un gobierno mundial que regulara realmente la emisión de gases a la atmósfera y ofreciese la protección oportuna a cada país para paliar las catástrofes. Pero no existe. A pesar de organismos internacionales, acuerdos, protocolos, cumbres…etc., cada país actúa en función de sus propios intereses. Salir de esa especie de autarquía de decisiones está costando mucho. La contradicción es, pues, que se esté actuando de manera independiente con respecto a un problema que es mundial, porque la atmósfera, hasta donde yo sé, no pertenece a un país sino que pertenece al planeta. Sin embargo los Estados se suponen dueños hasta del aire que respiran y parecen no conocer que todos respiramos el mismo.
Mientras tanto, los mares siguen calentándose y los seres vivos que en ellos habitan se ven muy perjudicados y muchos mueren de inadaptación. Los polos se deshielan. Muchas personas se quedan sin hogar, sin trabajo y sin familia. Otras mueren. Los suelos, las plantas, la salud de animales y personas, se ven seriamente afectados. Si yo contamino pero ello no va a afectar a mi yo o a mi vida particular, me da igual contaminar, me da igual el planeta, me dan igual los animales, me dan igual los muertos en Haití, me da igual todo. Es así como solemos actuar las personas, no esperemos que nuestros políticos tengan un sentir distinto. Y esto no es conformismo sino todo lo contrario: para que las decisiones importantes que afectan a nuestro mundo cambien, las ideas y las formas de vivir han de cambiar primero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario