Diego Asensio
Secretario General del PSOE de Almería
El rondeño Francisco Giner de los Ríos (1839-1915) ha sido la figura andaluza elegida por la Consejería de Cultura como “Autor del año”, iniciativa enmarcada dentro del Plan Integral para el Impulso de la Lectura en Andalucía con la que se persigue difundir la obra de un escritor y realzar, de este modo, nuestro patrimonio intelectual y literario por toda la geografía andaluza.
Si en años precedentes se les dedicó esta especial atención a destacados poetas y narradores, en 2011 le llega el turno a una personalidad absolutamente determinante dentro del campo de la pedagogía. Filósofo y ensayista, Giner de los Ríos ha pasado a la historia fundamentalmente por ser uno de los principales renovadores del sistema de enseñanza en España. Bajo la influencia de la doctrina krausista, que propugnaba la tolerancia académica y la libertad de cátedra frente al dogmatismo moral y político, Francisco Giner de los Ríos fundó en 1876 la Institución Libre de Enseñanza, cuyo antecedente inmediato es el Colegio Internacional que el almeriense Nicolás Salmerón abrió en Madrid diez años antes. El krausismo, como señaló su introductor en España, Julián Sanz del Río, se basaba en un “racionalismo armónico”, lo que conllevaba sacar al alumno de las aulas y acercarle a la naturaleza y a todo espacio de conocimiento, bien fueran museos, bibliotecas o fábricas. Frente a un modelo centrado en lo memorístico y en la estricta autoridad de un docente privado de libertad de cátedra, el aprendizaje en la Institución Libre de Enseñanza se fundamentaba en las clases experimentales.
La idea era formar, desde postulados ilustrados liberales, hombres íntegros y realmente útiles a la sociedad, abiertos a todo el saber humano, capaces de pensar por sí mismos, de dar forma a un ideal, de reconocer la igualdad de la mujer, todo ello dentro de una escuela activa, imparcial, en la cual los docentes influyeran en el alumno no mediante su autoridad sino por su sabiduría y su tolerancia. Convencido de que el país debía someterse a una profunda modernización, Giner de los Ríos consideraba que las reformas no las hacen las leyes sino los maestros. Fue objeto de la máxima consideración por parte de quienes le conocieron, y de la altura personal e intelectual de su figura nos quedad testimonios que, como el de Machado, apuntan una austeridad y un ascetismo que lo acercan a la “santidad” laica, con una delicadeza en el trato que no obstante se volvía determinación cuando combatía la zafiedad cultural y moral.
Como ha señalado el catedrático de Historia Julián Ruiz Berrío, todo era innovador en su proyecto: su concepción, su estructura, sus medios, su administración, sus técnicas, “siendo motor de una intensa regeneración de la sociedad”. A la Institución Libre de Enseñanza están vinculados nombres como los de Leopoldo Alas “Clarín”, Ortega y Gasset, Machado, Juan Ramón Jiménez, Unamuno, Lorca o Dalí (bajo su influencia nació, por cierto, la Residencia de Estudiantes). La labor impulsada por Giner de los Ríos continúo tras su muerte, pero la Guerra Civil y la Dictadura dieron al traste con tan apasionante aventura. Habrían de pasar casi cincuenta años para que, en la década de los ochenta del pasado siglo XX, se retomaran sus principios pedagógicos: la idea de una educación libre, progresista e igualitaria –a veces tan denostada por sectores ultra conservadores- es la que sirve de sustento a la pedagogía actual. Estamos, pues, ante una personalidad y una obra plenamente vigente, que gracias a la iniciativa de la Consejería de Cultura, podrá ser mejor conocida por los jóvenes de hoy.
Si en años precedentes se les dedicó esta especial atención a destacados poetas y narradores, en 2011 le llega el turno a una personalidad absolutamente determinante dentro del campo de la pedagogía. Filósofo y ensayista, Giner de los Ríos ha pasado a la historia fundamentalmente por ser uno de los principales renovadores del sistema de enseñanza en España. Bajo la influencia de la doctrina krausista, que propugnaba la tolerancia académica y la libertad de cátedra frente al dogmatismo moral y político, Francisco Giner de los Ríos fundó en 1876 la Institución Libre de Enseñanza, cuyo antecedente inmediato es el Colegio Internacional que el almeriense Nicolás Salmerón abrió en Madrid diez años antes. El krausismo, como señaló su introductor en España, Julián Sanz del Río, se basaba en un “racionalismo armónico”, lo que conllevaba sacar al alumno de las aulas y acercarle a la naturaleza y a todo espacio de conocimiento, bien fueran museos, bibliotecas o fábricas. Frente a un modelo centrado en lo memorístico y en la estricta autoridad de un docente privado de libertad de cátedra, el aprendizaje en la Institución Libre de Enseñanza se fundamentaba en las clases experimentales.
La idea era formar, desde postulados ilustrados liberales, hombres íntegros y realmente útiles a la sociedad, abiertos a todo el saber humano, capaces de pensar por sí mismos, de dar forma a un ideal, de reconocer la igualdad de la mujer, todo ello dentro de una escuela activa, imparcial, en la cual los docentes influyeran en el alumno no mediante su autoridad sino por su sabiduría y su tolerancia. Convencido de que el país debía someterse a una profunda modernización, Giner de los Ríos consideraba que las reformas no las hacen las leyes sino los maestros. Fue objeto de la máxima consideración por parte de quienes le conocieron, y de la altura personal e intelectual de su figura nos quedad testimonios que, como el de Machado, apuntan una austeridad y un ascetismo que lo acercan a la “santidad” laica, con una delicadeza en el trato que no obstante se volvía determinación cuando combatía la zafiedad cultural y moral.
Como ha señalado el catedrático de Historia Julián Ruiz Berrío, todo era innovador en su proyecto: su concepción, su estructura, sus medios, su administración, sus técnicas, “siendo motor de una intensa regeneración de la sociedad”. A la Institución Libre de Enseñanza están vinculados nombres como los de Leopoldo Alas “Clarín”, Ortega y Gasset, Machado, Juan Ramón Jiménez, Unamuno, Lorca o Dalí (bajo su influencia nació, por cierto, la Residencia de Estudiantes). La labor impulsada por Giner de los Ríos continúo tras su muerte, pero la Guerra Civil y la Dictadura dieron al traste con tan apasionante aventura. Habrían de pasar casi cincuenta años para que, en la década de los ochenta del pasado siglo XX, se retomaran sus principios pedagógicos: la idea de una educación libre, progresista e igualitaria –a veces tan denostada por sectores ultra conservadores- es la que sirve de sustento a la pedagogía actual. Estamos, pues, ante una personalidad y una obra plenamente vigente, que gracias a la iniciativa de la Consejería de Cultura, podrá ser mejor conocida por los jóvenes de hoy.
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