José Luis Sánchez Teruel
Secretario de Infraestructuras del PSOE
Los resultados de la provincia ponen de manifiesto que los socialistas hemos perdido una vez más las elecciones municipales aunque, en esta ocasión, lo hayamos hecho de manera estrepitosa. Sin conocer los pactos electorales, sólo tenemos asegurado el gobierno en dos municipios de más de 5.000 habitantes, en cuatro de más de 2.000, en cinco de más de 1.000, en siete de menos de 1.000 y en dieciséis de menos de 500 habitantes. En pocas palabras, un desastre; y en una sola cifra, 58.000 votos de diferencia a favor del Partido Popular.
No es la primera vez. Ya perdimos en las elecciones anteriores y en las anteriores a las anteriores, aunque en las pasadas (hace cuatro años) quisimos taparnos los ojos diciendo que habíamos ganado, no sumando al Partido Popular todos los votos obtenidos por la "derecha sociológica", cosechados por los partidos de los Juanes Megino y Enciso, ex militantes del PP. En estas últimas elecciones, sin el GIAL y con el PAL en descomposición, ya están esos votos, junto a muchos más, donde ideológicamente tenían que estar: en el Partido Popular, ya que todos estos partidos eran y son, en realidad, lo mismo, aunque hayamos tenido que esperar más de ocho años para que los ciudadanos nos quiten la venda de los ojos.
La derrota se veía venir porque siempre, elección tras elección, en Almería se han pasado por alto, ocultándolos, los problemas estructurales de nuestra organización provincial y sus mensajes, justificando los resultados con problemas coyunturales de la sociedad. No hay más que leer las opiniones de los observadores de la realidad social almeriense que se han publicado estos días. Sobre todo ello tendremos que reflexionar y poner remedio para volver a ganar. Desde el 23 de mayo todos estamos en la tarea, sin prisas pero sin pausa, ya que ése es el "as" con el que podemos contar los socialistas almerienses para ganar la partida al partido popular en próximas ocasiones.
Nuestra derrota ha sido inesperada e injusta en muchos municipios porque no se ha debido a problemas de gestión de nuestros alcaldes sino a otras circunstancias de un marcado carácter particular que, sumadas a los efectos de la crisis, han tenido una influencia directa en el resultado; un resultado que se ha llevado por delante a excelentes alcaldes y alcaldesas y a sus equipos, en muchos casos por muy pocos votos: ocho en María, veinte en Oria, sesenta en Taberno y, así, en Pulpí, Viator o Tabernas. Estos pueblos han perdido un capital político de primer nivel y notarán, por ello, cómo el reloj del tiempo retrocede, se para o avanza más despacio. En Chirivel nos ocurrió en una ocasión, pero los ciudadanos aprendieron y, desde entonces, ya llevamos cuatro mayorías absolutas seguidas, y tres cambios de alcalde en doce años, sin que hayamos perdido su confianza. Es duro, muy duro, pasar por ello, pero no nos queda otra que comenzar a ganar las próximas elecciones desde la oposición.
Me consta que ahora están pasando por la cabeza de muchos de nuestros alcaldes que a pesar de dejarse la piel han perdido el gobierno de sus municipios, todas y cada una de esas pequeñas cosas particulares, que para los vecinos son grandes, hasta el punto de haber determinado el sentido de su voto: el inicio o no de unas obras, una polémica, la ubicación de los contenedores de la basura, el trabajo en las obras municipales, el arreglo o no de un camino, el llevar en las listas a personas capaces de realizar una buena gestión para sus vecinos o a personas con mucha familia o las promesas a gogó del Partido Popular, bien distantes, por cierto, de nuestra actitud de no prometer aquello que no podemos cumplir. Veremos qué hacen…
Del lado positivo, y para ponerle buena cara al mal tiempo, es destacable el resultado de nuestras candidatas en municipios como Garrucha, donde hemos estado a 130 votos de recuperar la alcaldía; Nijar, Berja o Dalias, donde hemos sembrado; Los Gallardos, donde hemos cosechado, y Chirivel, donde por primera vez tendremos a una mujer al frente del ayuntamiento. Y especialmente meritorio es lo de Pepe García en Albox y lo de Antonio Bonilla en Vícar, teniendo en cuenta lo sucedido en el contexto nacional, en la provincia y en el Poniente de Almería. Si Antonio y Pepe lo consiguen en los lugares donde tradicionalmente nos ha costado más, el sentido común me dice que es posible; y a ello nos vamos a dedicar haciendo lo que tengamos que hacer para conseguirlo. No lo duden. Los socialistas queremos a esta provincia y seguiremos trabajando por ella con ilusión, con ganas y todo nuestro compromiso desde donde estemos.
No es la primera vez. Ya perdimos en las elecciones anteriores y en las anteriores a las anteriores, aunque en las pasadas (hace cuatro años) quisimos taparnos los ojos diciendo que habíamos ganado, no sumando al Partido Popular todos los votos obtenidos por la "derecha sociológica", cosechados por los partidos de los Juanes Megino y Enciso, ex militantes del PP. En estas últimas elecciones, sin el GIAL y con el PAL en descomposición, ya están esos votos, junto a muchos más, donde ideológicamente tenían que estar: en el Partido Popular, ya que todos estos partidos eran y son, en realidad, lo mismo, aunque hayamos tenido que esperar más de ocho años para que los ciudadanos nos quiten la venda de los ojos.
La derrota se veía venir porque siempre, elección tras elección, en Almería se han pasado por alto, ocultándolos, los problemas estructurales de nuestra organización provincial y sus mensajes, justificando los resultados con problemas coyunturales de la sociedad. No hay más que leer las opiniones de los observadores de la realidad social almeriense que se han publicado estos días. Sobre todo ello tendremos que reflexionar y poner remedio para volver a ganar. Desde el 23 de mayo todos estamos en la tarea, sin prisas pero sin pausa, ya que ése es el "as" con el que podemos contar los socialistas almerienses para ganar la partida al partido popular en próximas ocasiones.
Nuestra derrota ha sido inesperada e injusta en muchos municipios porque no se ha debido a problemas de gestión de nuestros alcaldes sino a otras circunstancias de un marcado carácter particular que, sumadas a los efectos de la crisis, han tenido una influencia directa en el resultado; un resultado que se ha llevado por delante a excelentes alcaldes y alcaldesas y a sus equipos, en muchos casos por muy pocos votos: ocho en María, veinte en Oria, sesenta en Taberno y, así, en Pulpí, Viator o Tabernas. Estos pueblos han perdido un capital político de primer nivel y notarán, por ello, cómo el reloj del tiempo retrocede, se para o avanza más despacio. En Chirivel nos ocurrió en una ocasión, pero los ciudadanos aprendieron y, desde entonces, ya llevamos cuatro mayorías absolutas seguidas, y tres cambios de alcalde en doce años, sin que hayamos perdido su confianza. Es duro, muy duro, pasar por ello, pero no nos queda otra que comenzar a ganar las próximas elecciones desde la oposición.
Me consta que ahora están pasando por la cabeza de muchos de nuestros alcaldes que a pesar de dejarse la piel han perdido el gobierno de sus municipios, todas y cada una de esas pequeñas cosas particulares, que para los vecinos son grandes, hasta el punto de haber determinado el sentido de su voto: el inicio o no de unas obras, una polémica, la ubicación de los contenedores de la basura, el trabajo en las obras municipales, el arreglo o no de un camino, el llevar en las listas a personas capaces de realizar una buena gestión para sus vecinos o a personas con mucha familia o las promesas a gogó del Partido Popular, bien distantes, por cierto, de nuestra actitud de no prometer aquello que no podemos cumplir. Veremos qué hacen…
Del lado positivo, y para ponerle buena cara al mal tiempo, es destacable el resultado de nuestras candidatas en municipios como Garrucha, donde hemos estado a 130 votos de recuperar la alcaldía; Nijar, Berja o Dalias, donde hemos sembrado; Los Gallardos, donde hemos cosechado, y Chirivel, donde por primera vez tendremos a una mujer al frente del ayuntamiento. Y especialmente meritorio es lo de Pepe García en Albox y lo de Antonio Bonilla en Vícar, teniendo en cuenta lo sucedido en el contexto nacional, en la provincia y en el Poniente de Almería. Si Antonio y Pepe lo consiguen en los lugares donde tradicionalmente nos ha costado más, el sentido común me dice que es posible; y a ello nos vamos a dedicar haciendo lo que tengamos que hacer para conseguirlo. No lo duden. Los socialistas queremos a esta provincia y seguiremos trabajando por ella con ilusión, con ganas y todo nuestro compromiso desde donde estemos.
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