Democracia real

Kayros
Periodista

Ante los efectos de la crisis y los pésimos augurios de futuro de la gente que nos dirige, algunos analistas impacientes se han preguntado por qué no salimos a la calle. Sin duda aún queda algún atisbo de cordura entre la ciudadanía. Esto no es un país árabe de esos que ahora se debaten entre el fundamentalismo y la modernidad. Aquí llevamos treinta años de democracia. Al menos hemos aprendido, como decía San Francisco de Sales, que más moscas se cazan con una gota de miel que con un barril de veneno. Lo cual no quiere decir que seamos unos pasotas incurables.

Hemos oído decir que el tercer problema de este país es la clase política y nos hemos puesto a mirar para otro lado como diciendo “¿a nosotros qué nos va ni qué nos viene?” Vemos que cien imputados por corrupción van en las listas de candidatos a las elecciones y apenas hemos hecho un gesto de desagrado. Bah, qué más da.

Mientras tanto los propios corruptos anuncian sus mayorías absolutas como prueba de que el electorado sabe comprender las debilidades humanas. Por ahí fuera parece que no es igual. Del caso de Strauss-Kan ya está diciendo todo el mundo que se ha jugado la carrera política para siempre. Y eso sin haber ido a ningún juzgado. Bien, nuestra democracia se vaporiza, se hace más abstracta a medida que pasa el tiempo. Creíamos que ya se habían acabado los enchufados sin oposición y sin pruebas objetivas, pero los partidos inventaron las entrevistas y los caminos intermedios para acceder al puesto.

La dificultad del empleo y otros males es lo que aglutinó la semana pasada a miles de ciudadanos manifestándose por toda España bajo el lema de “democracia real”. Cuando la quieren real es porque la otra es ficticia. Como era de esperar no asistió ningún líder político ni sindical. Estaban todos en la campaña diciéndose las cosas más extrañas.
(La Voz de Almería)

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