Javier Salvador
La frase está bien escrita en el discurso que alguien le preparó -“han puesto en riesgo Gobierno y PSOE”-, pero está mal formulada porque Chacón es ministra, dirigente del PSOE catalán y estatal y, por tanto, copartícipe del descalabro general, por lo que sería más adecuado decir que "hemos puesto en riesgo Gobierno y PSOE”. El problema no es interno, sino externo, y la gran equivocación es no darse cuenta aún de ello.
El problema está en los dos millones de votos de diferencia que han separado a PP y PSOE, frente a los doscientos mil de los últimos comicios municipales de 2007. El problema es que ha faltado muy poco para que el PP doble al PSOE en mayorías absolutas. Pero el problema es también que estos comicios se han convertido en una moción de confianza a Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno y secretario General de los socialistas. Sí, ese tipo con suerte, carisma, buen talante y que ha hecho lo más difícil que se puede hacer en democracia durante ocho años, es decir, gobernar en minoría y no un ayuntamiento, sino un país. Esto también serviría para decir que los hay, otros, que también tienen su parte de culpa, pero ellos no han sido literalmente arrodillados en las pasadas elecciones.
Y las cosas hay que decirlas con palabras gruesas, como dice un amigo mío experto en motivación, porque si tras una leche como la que se ha dado el PSOE no consigues cabrearles para que saquen el orgullo patrio, es más fácil que se depriman en vez de organizarse para luchar, que es lo que toca por el bien de la democracia.
La salida de Chacón es ejemplar al tiempo que matemática. Sabía que las agrupaciones provinciales se la iban a jugar el sábado, y el primer susto se lo ha llevado en Andalucía al recibir el apoyo de Griñán cuando acto seguido empezaban a descolgarse algunas provincias, con Cádiz a la cabeza. Y es normal, no olvidemos que Rubalcaba es número uno en la lista del congreso por la Tacita de Plata, que Almería ya dijo en su día que apoyaría a Rubalcaba y que Andalucía no es precisamente una agrupación regional unida y cohesionada.
Ahora bien, en riesgo, en verdadero riesgo, se pondría al PSOE y al Gobierno si los socialistas se enzarzasen en unas elecciones primarias que sirviesen al PP para atacar a un solitario Zapatero, con un ya débil gobierno y un partido en horas bajas. Pero un congreso del que saliese un secretario general distinto podría fortalecer al partido, y esa no es una mala práctica. El acuerdo de llegar a primarias con un único candidato es, por otro lado, una tirita que se queda pequeña para el tamaño de la herida. No se trata de que el electorado indeciso no votase al PSOE, sino que su electorado tradicional le ha dejado en un buen número, y eso se debe a que ni les gusta el líder ni lo que está haciendo con su partido. Dicho de otra forma, al PSOE le toca asumir riesgos tanto en las labores de gobierno como en su propia estructura orgánica. Tiene que girar a la izquierda, porque ya ha descubierto que el centro no es el lugar en el que capta votos, sobre todo porque el centro ha desaparecido. La política se ha polarizado de tal manera que o eres de derechas o de izquierdas y lo del centro derecha y centro izquierda suena a mariconada.
Al PSOE le valen en este momento las viejas fórmulas, las de congresos en los que la gente se sabía la internacional, levantaban el puño izquierdo y salía a la calle a comerse el mundo, esos años en los que mostraban su carné con orgullo y las sedes estaban repletas de gente que quería hacer cosas, colaborar.
Ahora, para empezar, tienen que preguntarse si en sus propias filas están motivados, si en estas elecciones han participado a cara de perro los 24.029 concejales que sacaron en 2007, porque les aseguro que de haber sido así lo hubiesen conseguido, que es más o menos lo que ha logrado el PP en 2011, que los 23.348 concejales que sacaron en 2007 saliesen a las calles a partirse la cara en busca de votos contra Zapatero si querían repetir.
¿Quién está en riesgo, el Gobierno o el PSOE? Yo creo que ambos, los dos, y no precisamente desde el martes o miércoles, sino desde hace meses, muchos meses atrás.
El problema está en los dos millones de votos de diferencia que han separado a PP y PSOE, frente a los doscientos mil de los últimos comicios municipales de 2007. El problema es que ha faltado muy poco para que el PP doble al PSOE en mayorías absolutas. Pero el problema es también que estos comicios se han convertido en una moción de confianza a Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno y secretario General de los socialistas. Sí, ese tipo con suerte, carisma, buen talante y que ha hecho lo más difícil que se puede hacer en democracia durante ocho años, es decir, gobernar en minoría y no un ayuntamiento, sino un país. Esto también serviría para decir que los hay, otros, que también tienen su parte de culpa, pero ellos no han sido literalmente arrodillados en las pasadas elecciones.
Y las cosas hay que decirlas con palabras gruesas, como dice un amigo mío experto en motivación, porque si tras una leche como la que se ha dado el PSOE no consigues cabrearles para que saquen el orgullo patrio, es más fácil que se depriman en vez de organizarse para luchar, que es lo que toca por el bien de la democracia.
La salida de Chacón es ejemplar al tiempo que matemática. Sabía que las agrupaciones provinciales se la iban a jugar el sábado, y el primer susto se lo ha llevado en Andalucía al recibir el apoyo de Griñán cuando acto seguido empezaban a descolgarse algunas provincias, con Cádiz a la cabeza. Y es normal, no olvidemos que Rubalcaba es número uno en la lista del congreso por la Tacita de Plata, que Almería ya dijo en su día que apoyaría a Rubalcaba y que Andalucía no es precisamente una agrupación regional unida y cohesionada.
Ahora bien, en riesgo, en verdadero riesgo, se pondría al PSOE y al Gobierno si los socialistas se enzarzasen en unas elecciones primarias que sirviesen al PP para atacar a un solitario Zapatero, con un ya débil gobierno y un partido en horas bajas. Pero un congreso del que saliese un secretario general distinto podría fortalecer al partido, y esa no es una mala práctica. El acuerdo de llegar a primarias con un único candidato es, por otro lado, una tirita que se queda pequeña para el tamaño de la herida. No se trata de que el electorado indeciso no votase al PSOE, sino que su electorado tradicional le ha dejado en un buen número, y eso se debe a que ni les gusta el líder ni lo que está haciendo con su partido. Dicho de otra forma, al PSOE le toca asumir riesgos tanto en las labores de gobierno como en su propia estructura orgánica. Tiene que girar a la izquierda, porque ya ha descubierto que el centro no es el lugar en el que capta votos, sobre todo porque el centro ha desaparecido. La política se ha polarizado de tal manera que o eres de derechas o de izquierdas y lo del centro derecha y centro izquierda suena a mariconada.
Al PSOE le valen en este momento las viejas fórmulas, las de congresos en los que la gente se sabía la internacional, levantaban el puño izquierdo y salía a la calle a comerse el mundo, esos años en los que mostraban su carné con orgullo y las sedes estaban repletas de gente que quería hacer cosas, colaborar.
Ahora, para empezar, tienen que preguntarse si en sus propias filas están motivados, si en estas elecciones han participado a cara de perro los 24.029 concejales que sacaron en 2007, porque les aseguro que de haber sido así lo hubiesen conseguido, que es más o menos lo que ha logrado el PP en 2011, que los 23.348 concejales que sacaron en 2007 saliesen a las calles a partirse la cara en busca de votos contra Zapatero si querían repetir.
¿Quién está en riesgo, el Gobierno o el PSOE? Yo creo que ambos, los dos, y no precisamente desde el martes o miércoles, sino desde hace meses, muchos meses atrás.
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