Indignados

Miguel Ángel Montero

Secretario General del PP de Urrácal

No quería escribir ningún artículo hasta que no hubieran acabado las elecciones municipales, no por falta de argumentos o ganas de escribir, sino porque en campaña muchos de los artículos que leo son de gente que, únicamente, aparece cuando hay elecciones. Y muchos de estos  artículos que leo en los medios de comunicación son reproches, discursos vacíos e incluso algunos de los mismos podrían ser objeto de análisis en el famoso programa de Iker Jiménez (Cuarto Milenio), ya que sus autores parecen más profetas que políticos, periodistas  o escritores.

Me he decidido a escribir porque, como muchos ciudadanos, ya he pasado de la frustración  al cabreo y de la desesperación a la indignación. Veo estupefacto cómo, a pesar de que se empieza a movilizar la gente, todos los políticos (sin excepción) intentamos abanderar este movimiento. Todo el mundo quiere hacer campaña, a su modo, con estas protestas. Esto es como si alguien te grita al oído y te haces el sordo. Todos tenemos una gran parte de culpa de esta situación, quien no ha pensado en estos últimos meses la razón por la que la gente no ha salido a la calle a protestar. “Estamos muy mal”, he oído esa frase cientos de veces. Pues bien, mientras esto sucedía, unos y otros nos echamos la culpa de la crisis y la situación a la que nos ha llevado. Sólo se necesitaba un detonante para desencadenar lo inevitable, y ese detonante ha sido la INDIGNACIÓN.

Todos somos responsables de la situación actual, unos porque no han sabido gestionar la crisis de una manera adecuada y otros porque no hemos sabido hacer oposición. Y mientras unos y otros nos enzarzamos en una lucha de poder nos alejamos cada vez más de la realidad. No se trata de ser de derechas o de izquierdas, este mensaje ya está obsoleto, pues los tiempos han cambiado pero no la clase política en general.  Se trata de ser más humilde, porque hay que ser muy hipócrita para hablar de crisis viajando en primera clase o sabiendo que, pase lo que pase, voy a tener una paga vitalicia. Es muy fácil hacer un discurso populista viajando de una ciudad a otra en un Audi 8, sin saber ni tan siquiera el precio de un café.  O hablar de lucha obrera por un móvil  desde un crucero de lujo, mientras millones de ciudadanos hacen cola en la oficina del INEM. 

Yo soy solo un pequeño eslabón en una cadena muy larga, pero me siento responsable en pequeña medida,  porque mientras veía como me quedaba sin empleo y la situación de mi familia y muchos de mis amigos empeoraba, no hice nada. Yo me introduje  en política porque estaba harto de ver como nuestros dirigentes, aquellos que hemos puesto nosotros en las butacas del Parlamento con nuestros votos, no estaban escuchando la voz del pueblo, la voz de todos.  Es más, me recordaban cada vez más a esa clase noble que creíamos ya extinguida de nuestra sociedad. Pues bien, me decidí a aportar mi granito de arena,  aunque fuera a pequeña escala (como es mi caso), pero contribuir de algún modo.  

No sé como acabarán estas protestas, pero el toque de atención hacia los políticos es claro y debería de valer para que todos cambiemos nuestra forma de actuar. No se trata de apropiarse de estas protestas, si no de captar los mensajes que traen consigo. Algo tan simple como escuchar a los demás parece que se nos ha olvidado en el camino.