José Fernández
Periodista
A mitad de camino entre la ofimática de gestión y la saga-leyenda política, se comenta mucho estos días el presunto y denodado esfuerzo destructor de algunos futuros exinquilinos municipales, que al parecer habrían dado orden de poner en marcha las máquinas trituradoras de papeles comprometedores para evitar así duelos y quebrantos de caja.
Según cuentan algunas fuentes no demasiado mal informadas, la inminencia del cambio de titularidad en algunas sedes administrativas podría estar provocando el rápido desembarazo de documentos reveladores y contabilidades paralelas que podrían dejar en muy mal lugar (o incluso conducir posteriormente a otro aún peor) a los responsables políticos de algunos ayuntamientos en donde las urnas acaban de dictar un cambio de titularidad de despachos.
Toda esta desbandada de papeles y cuentas podría tener su epicentro en el Ayuntamiento de El Ejido, que hasta el final del mandato de sus últimos ocupantes parece destinado a seguir protagonizando el trazo grueso de los titulares del bochorno, ya que al parecer un par de altos cargos de la todavía vigente administración local habrían sido sorprendidos con algunas bolsas llenas de papeles de esos que no deberían ver la luz, so pena de poner en riesgo la salud cardiovascular de los firmantes de dichos documentos. Las escenas de la destrucción de papeles podrían parecerse mucho a esas otras imágenes que siempre aparecen en las películas de guerra, con los oficiales nazis arrojando a la chimenea cajas de documentos mientras los tanques rusos están ya en el jardín. ¿Qué tendrán o no tendrán esos papeles? ¿Qué mamandurrias o desparrames no estarán triturando los rodillos y cuchillas de esas máquinas?
Desde aquí propongo que no se tiren las bolsas del bochornoso confetti resultante de esta presunta operación destructora. En la próxima cabalgata de Reyes podrían servir para dar mayor brillantez y animación a las calles. O eso, o que alguien vaya pensando en hacerse con ellos un colchón blandito, no sea que el próximo que le den le resulte incómodo.
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