Kayros
Periodista
En nuestra nota del sábado nos preguntábamos por el programa del PP, toda vez que ya damos fe a lo que dicen las encuestas. A escasas semanas del 22 de mayo, lo que le interesa a la ciudadanía primordialmente no es el pacto antiterrorista, ni la política informativa de Televisión Española, ni siquiera los ERES o las felonías del Gürtel. Lo que interesa es cómo vamos a vivir los españoles después de las elecciones.
Rajoy no se ha dignado todavía adelantar un pequeño esquema de su programa inmediato y deja a los cazabombarderos de su partido que inficionen el ambiente. Por ellos conocemos que Zapatero ha logrado cinco millones de parados; que Rubalcaba (hombre a batir tras la anunciada marcha del presidente) está supuestamente inmerso en las sombras del Faisán y en la huida de Troitiño.
Los estrategas del partido prefieren armar incendiarios para que la ciudadanía no exija empleo, educación, sanidad, igualdad de derechos, leyes de dependencia, bienestar social, colegios, hospitales, ayuda al inmigrante... Nunca se ha visto este descaro de llevarnos a unas elecciones y no hablarle al pueblo de sus verdaderas necesidades.
La prensa destaca que estamos en unas elecciones generales en vez de locales, pero ¿qué importa que hable Gabriel Amat o Federico Trillo? Nadie suelta prenda de lo que piensa hacer. ¿Por qué? Porque no lo saben.
Tendrían que refundar el capitalismo, arreglar de una puta vez la quiebra moral de la economía de mercado, frenar las ambiciones del gran capital, movilizar a la construcción después de la parálisis del ladrillo. Así que mejor esperar. Incorporar incluso en las listas a los imputados por corrupción, ¿qué más da?
Cuando la política no es moral la legitimidad del cargo la ofrecen los votos. Se gana y después todo se olvida. Los socialistas al menos podrían recordarnos el origen ético de la crisis.
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