Maneras de ganar, maneras de perder

Antonio Felipe Rubio
Periodista

En estas Elecciones Municipales han aparecido diferentes interpretaciones sobre el fracaso del PSOE y muy pocas sobre el éxito del PP. Ciertamente, al éxito suele aplicársele pocos aditamentos que justifiquen su consecución y, contrariamente, el fracaso busca enrevesados argumentos para una peregrina justificación. Ya saben: el éxito tiene muchos padres y el fracaso es huérfano.

No obstante, tanto en el éxito como en el fracaso, existen gradaciones. Se puede perder por la mínima en apretada contienda; perder por inferioridad manifiesta ante el contrario; perder por inferioridad premeditada y teniendo enfrente a propios y extraños.

Si el equipo de gobierno municipal ha realizado un mandato aceptable, gestionado con razonable acierto y sin graves alteraciones, es muy probable que vuelva a ganar las elecciones.

Si, además de la crisis, la oposición se mata viva entre ellos mismos, es más que probable que las elecciones las pierdan por la transmisión de desconfianza, descoordinación e incapacidad para regir una ciudad cuando son incapaces de poner orden y concierto entre ellos mismos.

Si, además de la crisis, la oposición se mata viva entre ellos mismos; si el PSOE se presenta dividido; si no presenta una campaña mínimamente decente; si existen dirigentes que sueñan con una debacle sin paliativos… entonces estaríamos ante una derrota humillante y una estrategia malévola que persigue intereses distintos a los de ganar las elecciones. En este último caso se dan las circunstancias para que la derrota sea descomunal, humillante y rayana en la obscenidad.

En resumen. No sólo el PP ha ganado las elecciones por motivos objetivos y méritos propios. Además de la crisis, el PSOE de Almería ha hecho todo lo posible para perder por goleada y demostrando que el enemigo está en casa. Han reproducido “El gatopardo” de Lampedusa: que todo cambie para que todo siga igual. Y es que sacrificar las elecciones municipales -con severo aviso para las autonómicas- es la oportunidad que esperaban algunos para sofocar cualquier atisbo de renovación en el PSOE de Andalucía.

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