Diego Asensio
Secretario General del PSOE de Almería
Detrás de unas siglas políticas hay una propuesta de modelo de sociedad, y eso es lo que, en definitiva, se le plantea a los ciudadanos en cada cita electoral, elegir no tanto entre un partido u otro sino entre maneras de entender la convivencia. Ante las elecciones del próximo 22 de mayo, el PSOE vuelve a defender un modelo social basado en la igualdad de oportunidades y en el crecimiento equilibrado y sostenible, pero ¿quién pude decir realmente cuál es modelo de sociedad que propone el PP?
Sabemos que en opinión de la derecha el Partido Socialista es siempre culpable de todos los males, lo es en tiempos de crisis pero también en los de bonanza, pues en ambos casos su reacción inmediata a un resultado electoral desfavorable a sus intereses es pedir elecciones anticipadas. Nunca oirán a un representante del Partido Popular hablar abiertamente de qué harán en caso de obtener un respaldo mayoritario de los ciudadanos, de tal modo que tienen las manos libres para aplicar políticas que promueven un desarrollo económico coyuntural, a corto plazo, y que en el fondo acaban favoreciendo siempre la desigualdad.
En el ámbito municipal lo tienen claro: el crecimiento urbanístico es lo que determina que una ciudad sea grande. De más está decir que es ésta una verdad puramente física, en la cual, sin embargo, las personas juegan un papel secundario, a menos que estén en condiciones de participar en el negocio. Claro que a medio plazo nada más insostenible en el tiempo que una burbuja inmobiliaria, pero, con un poco de suerte, para cuando estalla esta burbuja gobierna ya la izquierda y se le puede culpar de una crisis que se fraguó junto con los ladrillos.
Frente a este modelo, el PSOE está convencido de que una ciudad crece cuando sus habitantes reciben un trato adecuado a sus necesidades sociales. Un alcalde “popular” está siempre dispuesto a encontrar emplazamiento para una nueva urbanización, aunque sea en detrimento de zonas verdes; un alcalde socialista apostará sobre todo por fortalecer los servicios públicos esenciales: la educación, la sanidad o el desarrollo pleno del sistema de dependencia. Nada ejemplifica mejor estas posturas contrapuestas que los planes del actual equipo de gobierno municipal de Almería para La Molineta o el hecho de que este Ayuntamiento sólo gastase en el primer semestre del 2010 la mitad de los más de cinco millones de euros que la Junta de Andalucía le transfirió para atender las solicitudes de atención a la dependencia.
Así se entiende que una de las bazas con las que pretende contar siempre la derecha es la de que los ciudadanos, preferentemente los que tienen una sensibilidad progresista, no adviertan diferencia alguna entre un modelo y otro, y vean a los políticos como un “todos revueltos”, desconfíen de ellos y no acudan a votar. Y si para ayudar a la confusión es necesario decir, como recientemente ha hecho una destacada dirigente del PP, que su partido es “pionero en igualdad”, se dice, aunque apenas se les conozca iniciativa alguna en esta materia y a pesar de haber recurrido la Ley de Igualdad que impulsó el Gobierno socialista o las listas paritarias en Andalucía. Por eso llevan tan mal las derrotas electorales: cuando pierden, no piensan que han sido incapaces de convencer de la bondad del modelo social que proponen, sino que los ciudadanos no se han dejado engañar acerca del modelo que ocultan.
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