Javier Salvador
Director de Teleprensa
El PP no ganó ayer las elecciones, le dio una paliza al PSOE en toda regla, inapelable. Un resultado tan abultado no deja lugar a interpretaciones, porque ya no sólo se trata de que el votante socialista se ha quedado en casa, sino que en muchos casos ha cambiado de opción y si los populares lo hacen mínimamente bien durante los pocos meses que quedan para las generales y andaluzas, la derrota total está garantizada y el mapa electoral español será totalmente azul.
Para muchos analistas las concentraciones del 15M han dejado el voto de izquierdas en las plazas, pero hay mucho más que descontento externo, aquí también cuenta el interno, la propia desorientación del PSOE y sus mil y una facciones.
En el caso de Andalucía, mañana ya será casi demasiado tarde para tomar una decisión sobre el camino a tomar, porque sí es cierto que el PSOE gana en número de concejales, pero la realidad no es otra que el Partido Popular, por primera vez, le aventaja en votos, en muchos votos.
José Antonio Griñán, el presidente de la Junta que no ha ganado ningunas elecciones, tiene el incómodo sapo para tragar de presentarse ante sus compañeros de partido asumiendo que en su primera cita con las urnas le han dado palos por los cuatro costados. Y sí, el PSOE tiene más concejales que el PP en todas las provincias andaluzas salvo en Almería, y sí es un clavo ardiente al que agarrarse, pero la realidad es que la paliza ha sido de campeonato y puede que todo empiece porque no sea él quien se agarre.
El PP sólo tiene que esperar. Sabe que los efectos de la crisis van a seguir minando las labores de gobierno del PSOE, al que le queda un año duro, muy duro, viendo como recibe las críticas de un país que no gobierna, porque le han expulsado de las capitales, las diputaciones y las comunidades. Seguirá siendo el causante del paro, el descontento y la desconfianza en los mercados internacionales, y una tras otra las tortas le van venir en cada rincón y en cada debate.
Pero también tiene un opción distinta a la de asumir su derrota y caer en la profunda depresión que todos auguran.
Para muchos analistas las concentraciones del 15M han dejado el voto de izquierdas en las plazas, pero hay mucho más que descontento externo, aquí también cuenta el interno, la propia desorientación del PSOE y sus mil y una facciones.
En el caso de Andalucía, mañana ya será casi demasiado tarde para tomar una decisión sobre el camino a tomar, porque sí es cierto que el PSOE gana en número de concejales, pero la realidad no es otra que el Partido Popular, por primera vez, le aventaja en votos, en muchos votos.
José Antonio Griñán, el presidente de la Junta que no ha ganado ningunas elecciones, tiene el incómodo sapo para tragar de presentarse ante sus compañeros de partido asumiendo que en su primera cita con las urnas le han dado palos por los cuatro costados. Y sí, el PSOE tiene más concejales que el PP en todas las provincias andaluzas salvo en Almería, y sí es un clavo ardiente al que agarrarse, pero la realidad es que la paliza ha sido de campeonato y puede que todo empiece porque no sea él quien se agarre.
El PP sólo tiene que esperar. Sabe que los efectos de la crisis van a seguir minando las labores de gobierno del PSOE, al que le queda un año duro, muy duro, viendo como recibe las críticas de un país que no gobierna, porque le han expulsado de las capitales, las diputaciones y las comunidades. Seguirá siendo el causante del paro, el descontento y la desconfianza en los mercados internacionales, y una tras otra las tortas le van venir en cada rincón y en cada debate.
Pero también tiene un opción distinta a la de asumir su derrota y caer en la profunda depresión que todos auguran.
Un borrón y cuenta nueva, una apuesta arriesgada que seguramente no tendría peores resultados que los obtenidos un 22 de mayo que nunca jamás podrán olvidar, y mejor aún, que nunca jamás deberían olvidar.
Esta campaña ha sido para el PSOE la de los candidatos enfrentados a su partido, las provincias encabronadas con sus regionales y las comunidades que daban la espalada a su presidente nacional.
Frente a ellos, un PP que ha demostrado unidad, descaro y convicción, sobre todo convicción sobre su discurso aunque sonase al resto a barbaridad.
Pues bien, la barbaridad está en las urnas y su resultado pinta de azul PP el mapa de capitales y comunidades, y sólo unas pocas diputaciones pintan en rojo PSOE, apenas Jaén, Sevilla, Huelva, Ciudad Real, Badajoz y Huesca.
Para relacionar todas las ganadas por el PP tendría que utilizar otra columna y casi enumerar el mapa de España.
Y al final sólo queda decir eso de, felicidades PP y espabilas o mueres PSOE.
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