Alfonso G. Martínez
Diplomado en Empresariales por la UAL
En los tiempos actuales, donde la revolución son las nuevas tecnologías debido al incalculable valor de la información, es cuanto menos curioso que internet y el “sabelotodo” de google no sea capaz de mostrarle a un ciudadano normal el suficiente nivel de información para indagar en el destino y cuantía del dinero que gestiona su ayuntamiento.
Cuando se invierten cientos de miles de euros en cualquier actuación de un ayuntamiento en una capital de provincia no es entendible que no tengamos acceso a través de la “world wide web” a la imputación de ingresos y gastos, evolución de tributos, pasivos, activos, etc. Probablemente sería mucho más eficiente gastar una parte de esos recursos financieros en un sistema accesible de las cuentas municipales que en la sostenibilidad de ciertos puestos de los organigramas actuales.
Esto me lleva a realizarme bastantes preguntas, y entre ellas destacar que, después de la situación vivida actualmente de “indignación”, no se hayan tomado medidas para inspirar la necesaria confianza desde nuestros gestores.
Uno de los lastres de nuestra situación económica es la confianza, distinguiendo entre los términos de confianza económica y política. Cuando hablamos de confianza económica, nos referimos a la actitud del empresario ante las futuras incertidumbres que recaen sobre su negocio. Otra cuestión muy distinta es la confianza política, la cual influye directamente en la confianza económica y se refiere a las expectativas de bienestar social que les proporcionan sus dirigentes políticos.
Sería inteligente que si realmente la gestión de un ayuntamiento, una comunidadaAutónoma o el Estado han sido correctas, que éstas puedan ser consultadas y fiscalizadas por cualquier ciudadano para así crear la suficiente confianza política que repercuta directamente en la actitud de los empresarios. Actitud positiva de la clase empresarial que conllevaría el correspondiente incremento de puestos de trabajo, riqueza y consumo. Acelerando el “payback” de las empresas y por lo tanto incrementando la confianza económica y la inversión.
La transparencia y el acceso a la información es el primer paso para poder valorar la gestión real de nuestros dirigentes, cuyos sueldos son inalcanzables, excepto para un selecto grupo de ciudadanos honrados que tienen unas capacidades diferenciadoras que los hacen únicos y valiosos para las empresas.
Es fundamental poner a disposición de los ciudadanos un sistema de información accesible y simple. Donde se puedan consultar sueldos de cargos, costes de inversiones, ingresos tributaritos, etc.
Si las cuentas fuesen accesibles se podría valorar correctamente la gestión de los políticos. Y el simple hecho de poder realizar esa valoración haría que esa gestión obtuviese una mejora considerable, con la consecuente renovación de la imagen de los dirigentes y proporcionando la tan ansiada recuperación de la confianza económica.
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