Juan A. Segura Vizcaíno
Diputado andaluz del PSOE
La agricultura almeriense ha vivido esta semana uno de los episodios más duros de su historia reciente. Tras las declaraciones de la ministra de Sanidad de Hamburgo en las que señalaba varias partidas de pepino almeriense como el origen de un brote mortal de Escherichia coli registrado en Alemania, el cierre de fronteras a los productos hortícolas españoles se fue extendiendo de país en país, produciendo el mayor descalabro que se recuerda en las fincas y almacenes de manipulado de la provincia almeriense.
Ahora que tenemos los resultados de los análisis de muestras en la mano y que podemos decir alto y claro que el pepino almeriense no ha tenido nada que ver con el luctuoso brote infeccioso alemán, se abre un escenario nuevo que requiere nuevos enfoques.
Los afectados todavía andan cuantificando unas pérdidas que serán sólo provisionales, en tanto en cuanto no podamos precisar cómo ha afectado este episodio a la imagen de nuestros productos. Esa información sólo podremos obtenerla con el paso del tiempo, aunque me atrevo a decir que el daño a largo plazo podría ser incluso peor que el que se ha producido en la semana que ha durado la crisis.
Por eso coincido con el vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, que en su visita a Almería habló de respuestas, apuntando en dos direcciones: de un lado, la reclamación compensaciones por el perjuicio económico que ha causado el cierre ilegal de fronteras; y, de otro, la necesidad de trabajar en la mejora de la imagen de la horticultura almeriense.
Aunque las pérdidas sufridas en los últimos días por las empresas de Almería han sido millonarias, no debemos perder de vista que el problema al que nos enfrentamos es mucho más profundo. La horticultura almeriense ya ha sufrido varios y duros ataques en los últimos años, y la crisis del pepino sólo ha venido a agravar la percepción de muchos consumidores europeos de que los productos almerienses carecen de garantías. Aunque no haya nada más lejos de la realidad.
Por esta razón creo que Pérez Rubalcaba acertó de lleno al referirse a la necesidad de recuperar mercados e imagen. Una tierra como la almeriense, que no tiene nada que envidiar a otras regiones europeas en materia de seguridad alimentaria, no puede permitir que el desafortunado episodio vivido en Alemania se lleve por delante uno de los principales motores económicos de la provincia. Por ello es el momento de que instituciones y organizaciones agrarias trabajen de la mano para que la imagen de nuestra agricultura salga reforzada. También deberíamos sumarnos a ese esfuerzo los distintos partidos políticos, rechazando a quienes intenten hacer leña del árbol caído.
Ahora que tenemos los resultados de los análisis de muestras en la mano y que podemos decir alto y claro que el pepino almeriense no ha tenido nada que ver con el luctuoso brote infeccioso alemán, se abre un escenario nuevo que requiere nuevos enfoques.
Los afectados todavía andan cuantificando unas pérdidas que serán sólo provisionales, en tanto en cuanto no podamos precisar cómo ha afectado este episodio a la imagen de nuestros productos. Esa información sólo podremos obtenerla con el paso del tiempo, aunque me atrevo a decir que el daño a largo plazo podría ser incluso peor que el que se ha producido en la semana que ha durado la crisis.
Por eso coincido con el vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, que en su visita a Almería habló de respuestas, apuntando en dos direcciones: de un lado, la reclamación compensaciones por el perjuicio económico que ha causado el cierre ilegal de fronteras; y, de otro, la necesidad de trabajar en la mejora de la imagen de la horticultura almeriense.
Aunque las pérdidas sufridas en los últimos días por las empresas de Almería han sido millonarias, no debemos perder de vista que el problema al que nos enfrentamos es mucho más profundo. La horticultura almeriense ya ha sufrido varios y duros ataques en los últimos años, y la crisis del pepino sólo ha venido a agravar la percepción de muchos consumidores europeos de que los productos almerienses carecen de garantías. Aunque no haya nada más lejos de la realidad.
Por esta razón creo que Pérez Rubalcaba acertó de lleno al referirse a la necesidad de recuperar mercados e imagen. Una tierra como la almeriense, que no tiene nada que envidiar a otras regiones europeas en materia de seguridad alimentaria, no puede permitir que el desafortunado episodio vivido en Alemania se lleve por delante uno de los principales motores económicos de la provincia. Por ello es el momento de que instituciones y organizaciones agrarias trabajen de la mano para que la imagen de nuestra agricultura salga reforzada. También deberíamos sumarnos a ese esfuerzo los distintos partidos políticos, rechazando a quienes intenten hacer leña del árbol caído.
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