Director de Teleprensa
La crisis del PSOE en Almería se parece cada vez más a una comedia de enredo, y hasta le pega el título de la cinta protagonizada por Hugh Grant, pero en esta farsa son pocas las cosas que empiezan a hacer gracia, hasta el punto de que quienes antaño se sentían orgullos de su carné de partido empiezan a avergonzarse del triste espectáculo que se está ofreciendo.
Lo peor de toda esta historia reciente de los socialistas en Almería es que personas interesantes pueden verse seriamente dañadas por pertenecer a uno u otro bando, cuando lo lógico es encontrar en este punto máximo de la crisis un lugar de encuentro que ponga fin a la guerra declarada. Antes, antiguamente, se le llamaba ideología, porque era lo que unía a todos en torno a unas mismas siglas. Ahora parece que de eso queda poco y no sólo ocurre en el PSOE.
Sin salir de ese margen de la política, en Izquierda Unida viven con sonrojo la crisis abierta por Extremadura, donde sus votos pueden dar el gobierno al PP, a la derecha. El otro día, en la SER, sentí lástima al escuchar a Santiago Carrillo rogando a su compañero extremeño que se dejase de conflictos morales y leches para que ante todo frenase el avance del PP ante lo que Carrillo veía “un cambio de régimen”.
Pero de esta falta de valores no se libra nadie. El PP habla de austeridad desde Madrid, pero reparten cargos y sueldos a todos sus concejales. Hablan de bancarrota y de la necesidad de auditorías en Castilla La Mancha, pero en Murcia, Alicante, Valencia y Castellón, son los jueces quienes les investigan.
Y con esto quiero decir precisamente eso, que la falta de valores, el olvido del significado de las ideologías, ha llevado a que la política sea un problema para los ciudadanos y motivo de indignación masiva para la población.
Volviendo al caso de Almería, su crisis y un congreso a la vuelta de la esquina, resulta hasta cachondo que el resumen de toda la historia puede ser que aquellos que fueron apeados hace dieciocho años del poder orgánico quieren volver a tenerlo ahora otra vez. Es decir, que los guerristas de aquella época vencidos por los renovadores, se resetean para presentarse como alternativa.
Lo peor de toda esta historia reciente de los socialistas en Almería es que personas interesantes pueden verse seriamente dañadas por pertenecer a uno u otro bando, cuando lo lógico es encontrar en este punto máximo de la crisis un lugar de encuentro que ponga fin a la guerra declarada. Antes, antiguamente, se le llamaba ideología, porque era lo que unía a todos en torno a unas mismas siglas. Ahora parece que de eso queda poco y no sólo ocurre en el PSOE.
Sin salir de ese margen de la política, en Izquierda Unida viven con sonrojo la crisis abierta por Extremadura, donde sus votos pueden dar el gobierno al PP, a la derecha. El otro día, en la SER, sentí lástima al escuchar a Santiago Carrillo rogando a su compañero extremeño que se dejase de conflictos morales y leches para que ante todo frenase el avance del PP ante lo que Carrillo veía “un cambio de régimen”.
Pero de esta falta de valores no se libra nadie. El PP habla de austeridad desde Madrid, pero reparten cargos y sueldos a todos sus concejales. Hablan de bancarrota y de la necesidad de auditorías en Castilla La Mancha, pero en Murcia, Alicante, Valencia y Castellón, son los jueces quienes les investigan.
Y con esto quiero decir precisamente eso, que la falta de valores, el olvido del significado de las ideologías, ha llevado a que la política sea un problema para los ciudadanos y motivo de indignación masiva para la población.
Volviendo al caso de Almería, su crisis y un congreso a la vuelta de la esquina, resulta hasta cachondo que el resumen de toda la historia puede ser que aquellos que fueron apeados hace dieciocho años del poder orgánico quieren volver a tenerlo ahora otra vez. Es decir, que los guerristas de aquella época vencidos por los renovadores, se resetean para presentarse como alternativa.
Quizás la solución pasase por un filtro muy sencillo, es decir, que sólo puedan optar quienes no estén marcados por la derrota. Es decir, alcaldables que han ganado las elecciones, candidatos que por lo menos han mantenido el número de concejales que ya tenían y, por encima de todo, gente que esté al margen de los grupúsculos ya identificados.
Lo que es incomprensible y casi inaceptable es que los críticos que firmaron la defunción de la actual ejecutiva provincial estén divididos una semana después en cuatro candidaturas distintas. Que sin tener aún el poder ya ofrezcan delegaciones y entidades públicas como la Autoridad Portuaria como botín para sus fieles, cuando realmente es el momento de hablar de política, de ideología y no de cargos, porque entonces si están poniendo fecha a un funeral, el del PSOE y no sólo en Almería, sino en Andalucía.
Que esta movida parta de Griñán o sea sencillamente el final natural de un ciclo en la estructura de los socialistas, - un amigo me decía el otro día que esto les pasa cada 18 o 20 años-, es algo que deben aclarar con urgencia por dos cuestiones muy sencillas.
La primera es la responsabilidad que tienen para con sus votantes y afiliados. La segunda es evitar que en el PP se descojonen del puño, la rosa y sus cien años de historia.
Lo que es incomprensible y casi inaceptable es que los críticos que firmaron la defunción de la actual ejecutiva provincial estén divididos una semana después en cuatro candidaturas distintas. Que sin tener aún el poder ya ofrezcan delegaciones y entidades públicas como la Autoridad Portuaria como botín para sus fieles, cuando realmente es el momento de hablar de política, de ideología y no de cargos, porque entonces si están poniendo fecha a un funeral, el del PSOE y no sólo en Almería, sino en Andalucía.
Que esta movida parta de Griñán o sea sencillamente el final natural de un ciclo en la estructura de los socialistas, - un amigo me decía el otro día que esto les pasa cada 18 o 20 años-, es algo que deben aclarar con urgencia por dos cuestiones muy sencillas.
La primera es la responsabilidad que tienen para con sus votantes y afiliados. La segunda es evitar que en el PP se descojonen del puño, la rosa y sus cien años de historia.
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