Decepción

Antonio Felipe Rubio
Periodista

Ahora se están alzando voces contra las medidas impuestas por la Unión Europea para solventar la “crisis de los pepinos”. Ahora se están dando cuenta del enorme error que fue aceptar ayudas y no exigir indemnizaciones. Ahora descubrimos las diferencias entre la Europa de primera y la Europa periférica. En fin, que volvemos a reaccionar tarde, decepcionados y con el objetivo totalmente desenfocado. Podemos lamentar que el Gobierno español haya actuado tarde, mal y nunca; pero eso es ya una lamentable constante que le distingue. No obstante, el sector agrícola mantiene unas clamorosas carencias que se pueden sintetizar en una profunda crisis de identidad, protagonismo e influencia que resultan inversamente proporcionales a su potencial económico y social.

Se habla de miles de millones de euros de facturación, decenas de miles de hectáreas de producción y cien mil personas que se dedican a la actividad en la provincia. Pues bien, cuando hace falta valer esa presencia todo queda en disparidad de criterios, dispersión de acciones y atomización de la representatividad del sector agrícola.

La sociedad almeriense no ha logrado identificarse con el sector ni entender la transcendencia que supone para el presente y futuro de la provincia. Sólo se actúa a demanda de estímulos, en su mayoría interesados, para tener tímidas aproximaciones entre el sector y la sociedad. La agricultura suele hacerse visible con mayor intensidad en el tejido social en función de las desgracias que va padeciendo. Las reivindicaciones, protestas y manifestaciones no son el mejor vehículo para sensibilizar e identificarse con el resto de la sociedad; pero, lamentablemente, la didáctica del sector aflora en los momentos más convulsos. Sería deseable una didáctica más sosegada, continuada y asimilable que ese aluvión de adhesiones y manifiestos multitudinarios que, en el fondo, esconden grandes dosis de oportunismo y protagonismo escénico.

En mi opinión, creo necesario introducir elementos de debate autocrítico con la finalidad de fortalecer el sector, pero eliminando los argumentos caducos que nos conducen a la melancolía: concentración de la oferta, valor añadido de los imputs… esto se viene hablando desde la primera Expoagro. De nuevo hemos sufrido la enésima decepción con la “crisis de los pepinos”. En nuestras manos está dejarse de lamentaciones, manifiestos y exhibiciones solidarias. Hay que poner pie en pared y aprender para la próxima; y la próxima no sé cuándo llegará ni de dónde, pero, si no lo remediamos, nos volverá a tocar a los mismos.

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