Antonio Felipe Rubio
Periodista
Las gravísimas acusaciones de Diego Asensio contra Griñán ya tienen explicación, aunque dudosa justificación. El pasado miércoles, después de la visita a Almería de Rubalcaba para la “cumbre” agrícola con los afectados por la crisis del pepino, a Rubalcaba le esperaba la polémica por el uso del avión Falcon que le condujo desde Almería a Sevilla para celebrar el primer mitin como sucesor de Zapatero. Esta circunstancia fue criticada por los medios nacionales que vieron en Rubalcaba los mismos usos y costumbres de Zapatero en relación a la utilización de bienes públicos para beneficio del Partido Socialista. Sin embargo, esta circunstancia, siendo relevante, ocultó otra no menos trascendente para el devenir del PSOE almeriense.
Al llegar a Sevilla, Rubalcaba ya tenía concertada una cita privada con Griñán para cantarle las cuarenta por los pésimos resultados de las elecciones municipales en Andalucía y, especialmente en Almería, donde las diferencias con el PP eran insultantes y, además, con el cuestionable liderazgo de una Ejecutiva provincial sobre la que comenzaba a llover una tormenta de críticas que en nada beneficiaba al proyecto de Rubalcaba como candidato. Así las cosas, Rubalcaba exige a Griñán que inmediatamente actúe para resolver el problema, haciéndole ver que la eliminación de la actual Ejecutiva va a beneficiar a ambos como candidatos a las generales y autonómicas. Y es en ese momento cuando Griñán da luz verde a la operación de recopilación de firmas dimisionarias para forzar la disolución de la Ejecutiva provincial que preside Diego Asensio.
La verdad es que la operación de las firmas se había iniciado días atrás, pero los resultados no eran favorables; había miedo por las “famosas” represalias de Martín Soler y Diego Asensio. No obstante, el panorama cambiaba cuando los promotores de las firmas aseguraron que detrás de la operación estaba Griñán y el mismísimo Rubalcaba, y este fue el aval determinante para perder el miedo a la furibunda venganza de Martín y Asensio: ya estaban muertos, y seguir a su lado era el pasaporte al fracaso. Así se explica el notable éxito de la liquidación de la Ejecutiva, gracias a las promesas y prebendas que prometieron desde Sevilla.
Asensio, conocedor de esta operación, reacciona de la manera ya conocida. Así se entiende su apresurada representación escénica de la dimisión. Asensio nunca creyó que su redil socialista le asestara semejante traición, pero la fuerza de Rubalcaba y Griñán pudo vencer los miedos y el reverencial respeto que siempre han infundido en la pastueña Ejecutiva almeriense.
Sin refutar el aserto de que la junta con Griñán -y con Chaves- ha perjudicado los intereses generales de Almería, ciertamente Diego Asensio no salió en defensa de los intereses de Almería, lo hizo buscando la peor y más estruendosa acusación contra sus mayores enemigos: Griñán y Rubalcaba. Y no crean que la fórmula empleada es inocente y fruto de un calentón; las palabras de Asensio las secundamos miles de almerienses por ser cierto que la Junta ha lesionado los intereses de Almería. Otra cosa, muy distinta, es que Asensio y Martín se presenten como mártires políticos en la defensa de los intereses de todos los almerienses.
Al llegar a Sevilla, Rubalcaba ya tenía concertada una cita privada con Griñán para cantarle las cuarenta por los pésimos resultados de las elecciones municipales en Andalucía y, especialmente en Almería, donde las diferencias con el PP eran insultantes y, además, con el cuestionable liderazgo de una Ejecutiva provincial sobre la que comenzaba a llover una tormenta de críticas que en nada beneficiaba al proyecto de Rubalcaba como candidato. Así las cosas, Rubalcaba exige a Griñán que inmediatamente actúe para resolver el problema, haciéndole ver que la eliminación de la actual Ejecutiva va a beneficiar a ambos como candidatos a las generales y autonómicas. Y es en ese momento cuando Griñán da luz verde a la operación de recopilación de firmas dimisionarias para forzar la disolución de la Ejecutiva provincial que preside Diego Asensio.
La verdad es que la operación de las firmas se había iniciado días atrás, pero los resultados no eran favorables; había miedo por las “famosas” represalias de Martín Soler y Diego Asensio. No obstante, el panorama cambiaba cuando los promotores de las firmas aseguraron que detrás de la operación estaba Griñán y el mismísimo Rubalcaba, y este fue el aval determinante para perder el miedo a la furibunda venganza de Martín y Asensio: ya estaban muertos, y seguir a su lado era el pasaporte al fracaso. Así se explica el notable éxito de la liquidación de la Ejecutiva, gracias a las promesas y prebendas que prometieron desde Sevilla.
Asensio, conocedor de esta operación, reacciona de la manera ya conocida. Así se entiende su apresurada representación escénica de la dimisión. Asensio nunca creyó que su redil socialista le asestara semejante traición, pero la fuerza de Rubalcaba y Griñán pudo vencer los miedos y el reverencial respeto que siempre han infundido en la pastueña Ejecutiva almeriense.
Sin refutar el aserto de que la junta con Griñán -y con Chaves- ha perjudicado los intereses generales de Almería, ciertamente Diego Asensio no salió en defensa de los intereses de Almería, lo hizo buscando la peor y más estruendosa acusación contra sus mayores enemigos: Griñán y Rubalcaba. Y no crean que la fórmula empleada es inocente y fruto de un calentón; las palabras de Asensio las secundamos miles de almerienses por ser cierto que la Junta ha lesionado los intereses de Almería. Otra cosa, muy distinta, es que Asensio y Martín se presenten como mártires políticos en la defensa de los intereses de todos los almerienses.
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