Juan Folío
La Opinión de Almería
El municipio de Los Gallardos fue ayer el centro de atención de todos los aficionados al fútbol de la comarca. Niños, niñas, jóvenes y mayores, unos del pueblo y la mayoría venidos de los pueblos de alrededor, se dieron cita desde primeras horas de la mañana para esperar la llegada de la Copa del Mundo, que venía de Sevilla.
Todos los jóvenes de la comarca se fotografiaron con la Copa |
Un poco antes de la dos de la tarde, el precio trofeo asomó al pueblo por la cuesta del cementerio. A esa hora, la cola casi completaba el trayecto de la calle mayor. El trofeo fue recibido con una prolongada ovación al grito de "Yo soy español, español, español". A las puertas del ayuntamiento, la Corporación en pleno le dio la bienvenida. María González, la alcaldesa, no pudo esconder su emoción: "Me emociono porque hemos conseguido traerla a nuestro pueblo, pero también porque sé lo que este trofeo significa para todos los españoles; no me perdí un partido de la roja y me emocioné y lloré como la mayoría de mis vecinos". No menos contenta estaba la diputada provincial de Deportes, la gallardera María José García Crespo, quien contó a la prensa que no había sido una tarea sencilla conseguir que la Copa viniera a Los Gallardos. "Hay que tener en cuenta que todo el mundo la quiere ver en su pueblo, para Los Gallardos es un hito histórico que formará partye de la historia de nuestra localidad".
Las gallarderas, felices con la Copa |
A las cuatro de la tarde empezaron las visitas. De forma ordenada, los gallarderos y los que no lo eran iban desfilando ante Ella cámara digital en mano. No exogeraríamos si dijéramos que la Copa del Mundo ha sido el objeto o acontecimiento más fotografiado de la historia de la localidad.
A las nueve de la noche, las puertas del Ayuntamiento se cerrearon. Fue despedida la Copa en un prolongado aplauso similar al que lo recibió. Pero aún los vecinos de la comarca no paraban de llegar. Y aquí es donde salieron a reluciar las artes negociadoras del inquieto Paco Torres, el presidente de la Peña Madridista de Los Gallardos. Nadie sabe cómo, pero convenció a los responsables de la custodia de la Copa para que hiciera parada en la sede madridista. Y así fue. Desde las nueve hasta cerca de las once de la noche, el rosario de visitas se hizo interminable, esta vez de forma más informal, hasta el punto de que, haciendo una excepción, se permitió que la gente se hiciera fotos con ella en la mano.
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