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La crisis del PSOE de Almería

Antonio Yélamo
Periodista

La crisis que ha estallado en el seno del PSOE con la forzada dimisión de Diego Asencio como secretario provincial ha tenido una virtud. Por primera vez asistimos a una dimisión por razones estrictamente políticas. Según unos y otros, existen profundas diferencias hasta el punto de que se ha tenido que marchar a su casa después de que se le declarara en rebeldía más de la mitad de su ejecutiva provincial. Todo, dicen, a consecuencia de los nefastos resultados que se han cosechado en las pasadas elecciones municipales. De ser así, habrá que estar atentos a lo que suceda en el resto de provincias en donde el descalabro electoral ha sido muy similar. Al margen de esta acotación, lo dicho, este episodio nos ha brindado la oportunidad de comprobar que en política hay algo más que las motivaciones personales para renunciar de sus responsabilidades. Y es que hasta ahora, en el argumentario oficial del PSOE sólo se atribuían las dimisiones, como las registradas en la Consejería de Empleo o, últimamente, del Subdelegado del Gobierno en el Campo de Gibraltar, Tomás Herrera, por extrañas y nunca bien explicadas que sean, a motivos estrictamente personales. La asepsia con la que se afrontaban tantas caídas contrastaba, eso sí, con el portazo dado en su día por Luís Pizarro al mismo Griñan.

LA UTILIZACIÓN DE LAS INSTITUCIONES PÚBLICAS EN LAS CONTIENDAS PARTIDISTAS

Otra enseñanza que se puede obtener de la experiencia almeriense es el uso abusivo que se ha hecho de las instituciones públicas, en este caso de la Junta de Andalucía, en las contiendas partidistas. A poco que nos fijemos, siempre está por medio la figura de los delegados provinciales del gobierno andaluz como pieza clave que se utiliza según convenga. Los representantes de la Junta en la ejecutiva almeriense se alinearon a favor de la dirección regional quedando en franca minoría Asensio. Pero lo que sucedió en Algeciras es más ilustrativo aún. El secretario general de los socialistas gaditanos, Francisco González Cabañas, optó por el hasta entonces Subdelgado de la Junta en la comarca, Rafael España, como candidato a la alcaldía descartando así al hasta entonces primer edil, Tomás Herrera, quien mantenía fuertes diferencias con la dirección provincial. Lejos de caer el ostracismo, Griñán, en contraposición a ese movimiento, lo nombró Subdelegado, consolidándose así una imagen bipolar difícilmente entendible por parte de la ciudadanía. El carácter instrumental de este nombramiento ha quedado en evidencia cuando tan sólo unos meses después el propio Herrera se marcha, por supuesto, que por razones “personales” según dijo el mismo Griñán.

LA COHESIÓN INTERNA Y EL EJERCICIO DE RESPONSABILIDAD

Pero, tal vez, lo más positivo sea el comprobar que la hasta ahora férrea cohesión interna que imperaba en el partido no es tal. De ella ha disfrutado hasta ahora Griñán gracias al ataque de responsabilidad que han padecido los socialista a consecuencia del sorpresivo relevo en la presidencia de la Junta y el posterior congreso extraordinario en el que se produjo el traspaso de poderes y la ruptura también con Manuel Chaves. Tienen por delante la convocatoria de elecciones autonómicas y generales y el reto de lanzar a Rubalcaba como el candidato con más posibilidades frente a Rajoy. Cabe preguntarse, por tanto, si Griñán va a ser capaz de aguantar más “tira y afloja”, como dice su mano derecha, Susana Díaz, en una singular forma de ningunear lo que es una crisis en toda regla. De momento la paz reinante le hizo espetar al presidente aquello de que “en el PSOE hay unanimidad en lo que yo diga” a lo que habrá que añadir, a partir de ahora, que aquel que le lleve la contraria, ya sabe lo que tiene que hacer, eso sí, siempre por “razones personales”.
(El Correo de Andalucía)

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