Kayros
Periodista
Visité el otro día la Plaza del Educador de Almería donde está acampada nuestra juventud contestataria, extensión provinciana de la Plaza del Sol de Madrid. Un letrero colgado en la pared advierte que el lugar de reunión, que está frente a Correos, ha cambiado de nombre. De Plaza del Educador con vagos recuerdos de un García Lorca que por allí anduvo de niño, ha pasado a ser la Plaza de la Indignación. Y, oiga, el nuevo nombre no debiera asustar a nadie porque aquí no se trata de “mirar hacia atrás con ira” como hicieron los jóvenes europeos de otro tiempo, sino que más bien evoca un clima de tranquilidad y paz. No es por supuesto un caos, ni un lupanar. Parece una pequeña ciudad en ciernes con su organización administrativa, su centro de información y de lectura y hasta su punta de despensa para comida rápida. A mi juicio, no es esto lo grave sino la política social que traspiran los númerosos carteles que cuelgan de los sitios más inverosímiles.
El ingenio y la frescura literaria de estos jóvenes ha alumbrado ya muchas frases que merecerían pasar a las enciclopedias de la revolución. Y no en vano al movimiento se le ha buscado concomitancias ideológicas con el Mayo francés del 68. Pero por desgracia la sociedad española ha estado dividida en la apreciación o rechazo de este suceso sociológico. Dando por hecho de que lamentablemente no asistió ningún líder político, ni del PP ni del PSOE, la izquierda en general lo ha visto con simpatía, mientras que la derecha pensó que se trataba de una revuelta contra el Gobierno, y no lo vio mal en principio, pero cuando sospechó qué atacaban a ambos partido mayoritarios como lacayos del capitalismo en crisis, se fueron con el rabo entre las piernas.
Ahora bien, nada más soez y deleznable que la prensa de ultraderecha que ha ensayado todos los adjetivos destructivos para barrer de las plazas públicas a estos adelantados del mundo posible aunque bastante jodido por el momento. Si los pocos brotes verdes que anuncian la primavera los interpretamos como canalla y basura, agárrate que vienen curvas, macho
(La Voz de Almería)
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