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No es el PSOE de Almería

Rafael M. Martos
Director de Noticias de Almería
 
A estas alturas todos sabemos que la batalla escenificada por el PSOE de Almería responde a una crisis mucho más profunda que se extiende por toda Andalucía, y que desgraciadamente tiene más que ver con el poder que con la ideología, y desgraciadamente nada con las ideas. Por mucho que se empeñen los jerarcas del PSOE andaluz -desde la secretaria de Organización, Susana Díaz, a la presidenta, Rosa Torres- en decir que esto es un asunto del PSOE almeriense, y por mucho que el propio Nono Amate llegue a calificar este movimiento como "autóctono", ni por un lado ni por otro es creíble.
 
Diego Asensio, ex secretario general del PSOE de Almería y senador, no se habría atrevido a arremeter contra su secretario andaluz, "José Antonio Griñán" (las comillas van porque hasta el día anterior era "Pepegriñán"), si no fuera porque está respaldado por alguien. Es más, si nadie se atreve ni tan siquiera a pedirle explicaciones por sus duras palabras contra su secretario general, no ya expedientarlo o llamarlo a capítulo, será por algo... o por alguien. Del mismo modo, 27 miembros de la Ejecutiva de un partido no firman su dimisión, sabiendo que el objetivo es derribar al secretario general, si no hay alguien por encima de ellos que les dé sus bendiciones (como mínimo). Por tanto, sería bueno que los socialistas, los unos y los otros, dejaran de tomar a sus militantes y simpatizantes por tontos, y reconocer la realidad, que esto es más profundo y que lo de Almería es sólo eso, una escenificación.
 
La crisis en el PSOE de Almería se viene arrastrando desde hace una década al menos, y por eso ha sido aquí donde ha acabado saltando con toda su crudeza algo que no es único de aquí. Y comenzó cuando Chaves, el amo del cortijo, dejó como capataz a Griñán, con aquella frase de "algún día todo esto será tuyo", mientras él volvía a los madriles, de donde nunca quiso salir. Y en esto que Griñán dijo que si mandaba en la Junta tenía que mandar en el partido, y el amo tuvo que aceptar a regañadientes, y los mayorales rápidamente se liaron a aplaudir, por que "si lo dice el señorito así debe ser". Griñán va y se quita de en medio al "clan de Cuevas", y Martín Soler pensó para sus adentros "esto no se va a quedar así", y dijo para sus afueras "...", o sea, nada.
 
La guerra larvada entre Chaves y Griñán por controlar el poder en Andalucía (nóminas y subvenciones, que no otra cosa) encontró terreno abonado en los invernaderos de Almería, Cada cual ha movido sus peones, sus piezas. Y en esa partida, probablemente quien se queda fuera de juego, sean los críticos de Almería, a quienes supera la estrategia de los dos jugadores, uno en Madrid y otro en Sevilla. 

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