Luis Rogelio Rodríguez-Comendador
Alcalde de Almería
El déficit de infraestructuras de comunicación ha lastrado de forma considerable nuestro desarrollo económico y social. Aún hoy, en pleno siglo XXI, continuamos padecimiento sangrantes carencias que nos devuelven a tiempos pasados, como las inacabables autovías A 7 o del Mármol o las infumables conexiones ferroviarias con Madrid o Sevilla. Por eso, las expectativas creadas en torno al Corredor Ferroviario Mediterráneo habían despertado las esperanzas de los almerienses. Por fin, dejaríamos de ser un fondo de saco para convertirnos en una provincia estratégica por nuestra situación de puente natural entre continentes conectada, allá por el 2020 ó 2030 (cuan largo me lo fiáis), a los principales puertos europeos y centros logísticos más importantes.
Sin embargo, una vez más, negros nubarrones se ciernen sobre los intereses provinciales. El anuncio de la Comisión Europea de que el esperado Corredor solo llegará hasta Valencia o, como mucho, a Cartagena debido a que el Gobierno español no se ha comprometido a desarrollar la parte Sur (la comprendida entre Murcia y Algeciras, pasando por Almería, Motril y Málaga) ha hecho saltar todas las alarmas ante el riesgo de que nuestra provincia vuelva a perder el tren del progreso.
El ministro de Fomento se ha apresurado a intentar disipar las dudas razonables que existen asegurando que en septiembre defenderá en Bruselas la declaración de este Corredor como infraestructura prioritaria de la Unión Europea, pero las buenas intenciones hay que demostrarlas con hechos y el ínclito señor Blanco debe dar explicaciones sobre plazos, medidas adoptadas o las que tiene previsto adoptar para poner en marcha este proyecto, así como de las gestiones que está realizando ante la Unión Europea para su inclusión en la futura Red Básica Transeuropea del Transporte. En definitiva, hace falta un mayor compromiso.
A nadie se le escapa la situación de extraordinaria debilidad y de falta de credibilidad de nuestro Gobierno, dentro y fuera de nuestras fronteras, por lo que no podemos quedarnos impasibles esperando acontecimientos. En el Ayuntamiento de Almería somos conscientes de la importancia de esta obra para aumentar la competitividad de nuestro productos y para reequilibrar las profundas diferencias territoriales que aún hoy existen en nuestro país, por eso estamos especialmente comprometidos con su ejecución. Hace ya cuatro años participé en Castellón en un encuentro de capitales del Arco Mediterráneo por el AVE y el Corredor Mediterráneo; en enero de este año acudí a una jornada europea de reivindicación del Corredor en la sede del Parlamento Europeo y el pasado miércoles nos adheríamos, junto a una veintena de organizaciones de la provincia y de otras limítrofes, como Granada, Málaga o Murcia, a lo que ha sido bautizado como la ‘Declaración de Almería’, que no es sino un documento que será remitido al ministro Blanco y a los principales responsables del transporte de la UE reivindicando el valor estratégico que tiene para la propia Unión Europea unir, a través de los valles del Rin y del Ródano, Escandinavia y el centro de Europa con el norte de África por el camino más corto.
Almería se juega mucho en esta estación. No va a ser un recorrido fácil, Europa es un tablero de intereses en el que hay que saber moverse y con quien hacerlo, pero no podemos dejar pasar ese tren. En él viaja nuestro futuro.
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